11 de febrero de 2013
Ya era de noche pero realmente era pronto para acostarse así que me fui a la cubierta y me dediqué a hacer experimentos con la cámara y con las luces de Honolulú.
11 de febrero de 2013
Enfrente del Palacio Iolani está la sede del gobierno con la estatua de Kamehameha al frente que hemos visto en muchas películas que hablan de Hawái, por ejemplo en la serie Hawái 5.0. En muy poco espacio hay muchos monumentos interesantes.
Al lado está la iglesia «Kawaiahao»
En esta iglesia hay un cementerio y en él está el mausoleo del rey William Charles Lunalilo:
Ala Moana es una calle muy larga de Honolulú, también es el nombre de un centro comercial.
Un poco más lejos, pero no mucho, tenemos la famosa playa de Waikiki.
En la playa hay servicios públicos:
Abandonamos la ciudad para ver los alrededores; uno de los puntos casi obligados es subir al volcán Diamons Head pero resulta que hoy están en obras y no es posible la subida. Nos conformamos con verlo de lejos.
A lo largo de la carretera que nos lleva al este de la isla nos encontramos con muchas casas lujosas:
Algunas de ellas tienen esculturas neoclásicas y otras con esculturas budistas.
Llegamos a la bahía Hanahuma que está al este de Honolulú, también al sur de la isla O’ahu.
Este lugar es una reserva de animales marinos, incluyendo la ballena jorobada que pasa parte de su tiempo en las cercanías de esta bahía.
Ya ven que la playa está muy abajo y el camino es muy empinado. Hay un autobús que te baja –pagando.
En este parque las luces las alimentan de energía solar y eólica. Observen el molino de viento debajo de la lámpara.
Seguimos camino y nos encontramos otras calas, sin gente –probablemente por lo difícil que es acceder a ellas.
Tras ver otras cuantas cosas similares volvemos a Honolulú.
* * *
11 de febrero de 2013
Llegamos a O’ahu, la isla donde está Honolulú, la capital de Hawái muy pronto. Todavía es de noche. Así que intenté hacer unas fotos. Al fondo están las luces de la isla, pero el barco se mueve por lo que las fotos que me han salido tienen todas sus luces con el balanceo del barco. Son fotos curiosas que quiero compartir con ustedes.
En vista de que tratar de sacar fotos a la isla era una pérdida de tiempo miré al cielo y vi una espléndida Osa Mayor. ¿Saldrá? –me pregunté–. Lo dudo –me respondí– pues el barco se mueve. Pero ni corto ni perezoso, apunté al cielo, disparé y he aquí el resultado:
¡Increíble! Las estrellas, los siete bueyes –septem trion– que para los romanos marcaba el norte, han salido. Las fotos están ligeramente movidas, pero eso mismo las ha hecho un poco más visibles. Animado por el éxito traté de hacer lo mismo con otras estrellas pero el resultado ha sido malo o muy malo:
Sí que es muy interesante ver que las estrellas tienen distintos colores: las hay blancas, azules y un blanco rojizo…
Vuelvo el objetivo a Honolulú y veo que la lluvia está cayendo no sobre todo Honolulú pero sí sobre la famosa playa de Waikiki.
Llueve y amanece tenemos buenos ingredientes para conseguir unos buenos arcoiris.
La siguiente foto es curiosa. Hay un avión entre los dos arcoiris. Ya sabemos que normalmente salen dos aroiris uno dentro de otro pero que exterior se ve muy poco. En esta foto, el arcoiris exterior se ve poco, pero se ve. El avión está entre los dos.
El Sol ya está un poco alto en el horizonte encima del famoso monte conocido como «Diamond Head»: Cabeza de diamante. Al parecer, el nombre se debe a que en su cráter hay piedras que muchos confundieron con diamantes.
Si miramos al lado contrario del Sol seguimos viendo los dos arcoiris:
Tras las formalidades aduaneras de rigor salimos al puerto. Como en todos los puertos estadounidenses no hay nada, solo una nave larga y fría. Ni bar, ni wifi, ni nada. Tenemos que salir con el pasaporte pues así lo exigen las autoridades.
Hay muchos coches que nos ofrecen llevarnos por la isla, pero el precio que nos pide es muy alto. Por fin encontramos una limusina que nos ofrece tres horas hoy, más cinco horas mañana por 500 US$. Le decimos que sí y así empezamos nuestro viaje en limusina. Aparentemente es muy exótico, pero la verdad es que entrar y salir es muy incómodo. La experiencia es interesante, pero dudo que la repita.
* * *
11 de febrero de 2013
Si hay un nombre que evoca playas de arena fina, palmeras y un Sol deslumbrante que hace brillar las olas ese es Waikiki.
Al amanecer nos hemos estando acercando a Honolulú y muy pronto hemos visto que estaba cubierta de nubes y las «mangas» de color blanco que caían hacia el suelo indicaban zonas de fuertes lluvias. Una de ellas era Waikiki. Es extraño pensar en Waikiki bajo la lluvia, en palmeras escondidas por la bruma o en olas que apenas brillan… pero así era.
Pero no todo era malo, a cambio, si mirábamos hacia el oeste teníamos dos preciosos arco iris uno dentro del otro. El interior con colores más intensos que el exterior. Según avanzaba el barco también lo hacía el arco iris que se iba reflejando en diversos accidentes de la costa, incluidos alguna pequeña playa. Playa, lluvia y arco iris. Probablemente no sea la imagen típica que esperamos de la polinesia, pero el resultado es tremendamente bello.