5 de febrero de 2013
Mucho antes del amanecer la lancha de los prácticos se nos acercó para que el prácticos subiera a bordo.
Volví a la cama y cuando me desperté y fui a ver dónde estábamos resultó que ya estábamos en la Bahía de San Francisco y que lo primero que destacaba era la antigua prisión de Alcatraz.
Al salir del barco tras los controles de rigor, nos encontramos , una vez más con un puerto desangelado, sin nada, ni WiFi, ni una cafetería y ni siquiera unas sillas para sentarnos Ya empecé a ver que me iba a resultar muy difícil conectarme a internet. Repito lo que ya dije, no es que en San Francisco no haya cafeterías con WiFi que las hay y muchas, el caso es que al ir con un grupo de personas no podía hacer que me esperaran. Si hubiera habido WiFi en el puerto, por la noche, después de cenar, hubiera bajado y me hubiera conectado.
Para el día siguiente teníamos incluida el el precio del pasaje de la Vuelta Al Mundo una excursión que nos daría una panorámica de la ciudad; así que ese día lo que teníamos que ver eran aquellos sitios que no estaban incluidos.
Salimos a la calle y vimos que por allí pasaban taxis, autobuses, tranvías,… No había problemas. El único inconveniente es que para conseguir los billetes del transporte público hay que llevar el precio exacto o más pero no devuelve cambios. El billete cuesta 2,5 US$ pero si tienes más de 65 años solo cuesta 1 US$. Preguntamos cómo ir al barrio chino (Chinatown) y nos fuimos a pasear por é, aunque antes de llegar pasamos por algunos sitios interesantes:
Según caminábamos hacía Chinatow, la dirección e Tweeter de una tienda me llamó la atención:
Ya en la calle que lleva hacia la puerta de Chinatown hay una tienda de artesanía inmensa. Había cosas preciosas; varios del grupo se compraron algunas piezas. Si no tienes sitio en las maletas ellos se encargan de enviártelo a España. A mi me gustaron, aunque no los compre, estos monos.
La puerta de entrada a Chinatown se ve así:
Cuentan que el motivo de que San Francisco tenga las calles tan empinadas es debido a una idea errónea. Cuando la ciudad empezó a crecer y se pensó en un plan urbanístico, los encargados del mismo habían visto en las grandes urbes modernas todas las calles iban en una cuadrícula: calles rectas que se cruzaban perpendicularmente. Y decidieron que San Francisco fuera así, sin importarles si las pendientes resultantes fueran enormemente empinadas. Y así salió esta ciudad que necesita de tranvías con cable para poder superar los desniveles y cuyas pendientes son tan llamativas que se han rodado cientos de películas en las que hay una persecución en coches por estas calles. Casi podríamos decir que las persecuciones de coches en San Francisco forman un género independiente. Y ha sido por estas calles y por las de Los Ángeles –además de las autopistas que las unen– por las que los coches autónomos, sin conductor, de Google han circulado.
Y así concluyó nuestro paseo por este barrio tan peculiar de San Francisco en cuyas calles hay un ambiente chino. También hay tiendas, restaurantes –chinos, naturalmente–, mercados, … Todo un mundo con olores muy peculiares.