Durante varios años fui tertuliano de varias emisoras de radio. En el año 2012 una de las emisoras con las que colaboraba era con Onda Cero de San Sebastián. Uno de los temas que traté aquel año fue el de las hojas artificiales que hacían la fotosíntesis.
Fotosíntesis artificial
Imaginemos un laboratorio de investigación. En un rincón hay una hoja que no nació de una semilla, no tiene nervaduras ni clorofila, pero imita la fotosíntesis de las plantas con mayor eficiencia que la natural.
En 2011, el químico estadounidense Daniel Nocera, profesor del prestigioso MIT, presentó una hoja artificial capaz de dividir el agua en hidrógeno y oxígeno utilizando únicamente luz solar [1]. No se trataba de una célula solar convencional, sino de un sistema que replicaba el mecanismo de la fotosíntesis natural. El desarrollo se hizo con investigadores del MIT y de la empresa Sun Catalytix.
Consistía en una lámina delgada de silicio —similar a las empleadas en células fotovoltaicas— recubierta con catalizadores de cobalto y níquel. Bastaba sumergirla en agua y exponerla a la luz solar para que comenzara a dividir las moléculas de agua en sus componentes: hidrógeno y oxígeno. Era completamente autónoma, sin necesidad de cables ni fuentes externas de energía más allá del sol.
El hidrógeno generado podía almacenarse y, mediante una «célula de combustible» [2] —también llamada «pila de combustible»— convertirse en electricidad cuando fuera necesario. Recordemos que este tipo de dispositivo utiliza el hidrógeno como combustible para producir electricidad de forma limpia.
Por HandigeHarry – Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3924755
Ya se habían realizado intentos anteriores, pero resultaban prohibitivos por el uso de catalizadores como el platino y otros materiales preciosos. En el caso de Nocera, el empleo de cobalto y níquel representaba un avance importante. El cobalto, aunque también escaso y geopolíticamente conflictivo, es mucho más asequible que el platino.
Aun así, el uso de cobalto sigue siendo un problema. Es un paso adelante respecto a los catalizadores anteriores, pero da la impresión de que el coste seguirá siendo elevado.
Ojalá no pase mucho tiempo antes de que surjan nuevas «hojas artificiales» que empleen catalizadores más abundantes y sostenibles.
He sido tertuliano de varias emisoras de radio y televisión durante muchos años. En 2011 estaba en una tertulia de Onda Cero en San Sebastián.
En una de las tertulias en el mes de julio hablé de Culturonomía. Ese nombre se hizo popular ese año debido a que los investigadores Erez Lieberman Aiden y Jean-Baptiste Michel, publicaron un artículo en Science donde demostraban que se puede estudiar la historia de la cultura utilizando el tratamiento masivo de textos. Google colaboró con ellos lanzando la plataforma Ngram Viewer, que permite analizar cómo han evolucionado las palabras y las ideas desde 1500. Para ello utilizan su propia base de datos de libros, en las que hay digitalizados más de cinco millones de libros [1].
Para entenderlo creo que lo mejor es utilizar un ejemplo. En aquellos días, leyendo un libro del siglo XIX me encontré con que el autor había escrito «muger» y se me ocurrió analizar si cuando se publicó aquel libro «muger» se escribía con «g». Entré en Ngram Viewer y obtuve el siguiente resultado:
Evolución del uso de muger y mujer.
El punto de inflexión se produce en 1846. Antes de esa fecha lo habitual era escribir muger y después ese uso fue disminuyendo y se impuso mujer.
¿Qué ocurrió, por qué se pasó de muger a mujer? Hay varias razones. Una es fonética, a principios del siglo XIX aunque se escribía muger se pronunciaba mujer con j actual. También hubo lingüistas que defendieron que las palabras procedentes del latín con li se transformaron en j. De mulier, mujer. Pero el caso es que en 1846 empezó a ser más usual la forma mujer que muger. Aunque no fue hasta 1884 que el diccionario de la RAE incluyera la palabra mujer. Es interesante observar que primero se escribió mujer y después lo adoptó la RAE.
Les ruego que escuchen la siguiente canción:
¿Si les digo que es una canción tradicional de Rodas y de Grecia (ya sé que hoy Rodas forma parte de Grecia, pero eso no fue siempre así) qué pensaría? ¿Que estoy loco? ¿Que ese griego se entiende muy bien?
He estado en Rodas varias veces. Siempre me ha gustado pasear por sus calles que siempre conservan un tono de cruzados y de fortaleza medieval que me resulta sumamente agradable, pero no quiero desviarme del tema central…
Ya sabemos que los judíos que fueron expulsados de España conservaron el idioma de la época. Muchos sefardíes (o sefarditas) han conservado el idioma tal como se escribía en el siglo XV. Las canciones sefardíes suelen ser muy matriarcales y hablan mucho de las mujeres. Lo que más me sorprende es que hoy hay sefardíes en muchas partes de Europa que siguen conservando el español antiguo. Hubo una canción que me gustó, se trata de «Siete modos de guisar la berenjena». En los textos originales no se escribía berengena sino merenjena y la pronunciación de esa j es casi y: merenyena. En el segundo modo de guisar ese vegetal, se habla de la «muger» de Shaman… aunque en la mayoría de las versiones actuales ponen mujer en vez de muger, pero en los textos originales estaba con g. Un detalle, para mi extraordinario, es que esta canción la cantaban los sefardíes de Rodas y de Grecia. Sí, son canciones tradicionales de Rodas y de Grecia.
Me resulta fascinante que se hagan excelentes canciones con un tema tan aparentemente anodino como las formas de guisar la berenjena. En la mayor parte de las canciones conservadas se habla de siete modos de guisarla, pero en algunas se llega hasta treinta formas.
Recordemos que la berenjena forma parte importante de la comida tradicional sefardí.
En esta canción me ha parecido interesante el juego de palabras que hace entre vino del verbo venir y el vino como bebida.
Y hablando de sefardís. Personalmente, casi siempre he usado sefardita, aunque ahora parece que es más usual sefardí. Le voy a preguntar a Ngram Viewer:
Uso de las palabras sefardí y sefardita.
El gráfico me demuestra que el raro soy yo. El uso más extendido es sefardí.
Es curioso, en hebreo Sefarad es el nombre que dan a España, por lo que deduzco (es posible que mal) que sefardí significa español.
No solo hay sefardís en Rodas y Grecia. Los hay en muchas partes y en casi todas ellas conservan el idioma. Recuerdo que hace muchos años, fue durante el gobierno de Felipe González, que en Estambul, por aquello de hablar sefardí y español, contactamos con unos vendedores del Gran Bazar que al saber que éramos españoles nos enseñaron sus pasaportes. Ellos tenían pasaporte español. Se lo acababa de conceder el gobierno español por ser sefardís. Hablamos largo y tendido y nos fuimos a un bar a tomar algunas bebidas. Ellos hablaban sefardí, nosotros español y nos entendimos. Hubo algunas palabras que me sorprendieron, por ejemplo, ellos al ver el abanico de mi mujer lo llamaron ventador. Me hizo gracia. Nunca había oído la palabra, pero es obvio que el abanico es un ventador, ¿o no?
Si no recuerdo mal era 4 de septiembre de 1986. La conversación fue tan agradable, en gran parte debido a lo empática que es mi mujer, que nos invitaron a la boda de su hija. La boda sería el día 6. Tuvimos que rechazar la amabilísima invitación, pues ese día volábamos a Madrid. Al llegar a Barajas (ahora se llama de otro modo, pero discúlpenme si sigo llamándolo Barajas) nos enteramos de que la boda en la sinagoga Neve Shalom, la principal sinagoga de Estambul, dos hombres armados son metralletas y granadas entraron en el templo y asesinaron a veintidós personas.
Se me puso la piel de gallina: alguna de esas veintidós personas podríamos haber sido nosotros por haber cometido el pecado de haber intimado con sefardís que hablaban el español del siglo XV.
He sido tertuliano de varias emisoras de radio y televisión durante muchos años. En 2011 estaba en una tertulia de Onda Cero en San Sebastián.
En una de las tertulias en el mes de julio tuvo lugar poco después de que una gran tormenta de arena en Arizona que afectó a su capital, Phoenix (Fénix en castellano). Poco antes había habido una gran tormenta en Marte y uní las dos noticias.
Por la radio tuve que hablar de ellas, hoy puedo hacer algo mucho mejor: tenemos imágenes en vídeo.
En el vídeo se dice que esas tormentas puedes generar vientos de 70 km/h. También hay que señalar que la nube de polvo alcanzó kilómetro y medio de altura y que tuvo una anchura de casi cien kilómetros. Cubrió muy rápidamente la ciudad y la visibilidad disminuyó a niveles peligrosos (en algunos sitios a menos de 400 m).
Esta noticia se hizo muy popular debido a que ocurrió en una ciudad muy conocida como es la capital de Arizona. Pero tormentas de este tipo ocurren en los grandes desiertos tales como el Gobi o el Sahara. Y hay consecuencias sorprendentes, por ejemplo que las tormentas de polvo del Sahara llevan fósforo al Amazonas y lo fertilizan. Y no solo eso, como polizones de los granos de polvo van microbios y esporas y de ese modo pasan de un continente a otro [1].
En 2022 en Fuengirola tuvimos la calima procedente de una tormenta en Sahara. En la siguiente foto pongo una foto que saqué desde la terraza de mi casa. Al fondo, aunque apenas se ve, está el mar.
Calima en Fuengirola procedente de una tormenta de polvo en el Sahara. (2022).
En Marte las tormentas son mucho peores, pueden llegar a cubrir todo el planeta y durar varias semanas. la tormenta de la que hablé en aquella ocasión fue la que se originó el 14 de junio de 2011 en la región de Noachis Terra, en el hemisferio sur marciano. Se expandió durante varias semanas, afectando la visibilidad y temperatura atmosférica en zonas cercanas.
No he encontrado vídeos de la tormenta de Marte en 2011, pero sí los he encontrado de la mayor que hemos registrado en aquel planeta, en junio de 2018. He encontrado un vídeo que explica muy bien el tema de las tormentas de polvo marciano.
He sido tertuliano de varias emisoras de radio y televisión durante muchos años. En 2011 estaba en una tertulia de Onda Cero en San Sebastián. Y, de vez en cuando, me gustaba introducir temas sonoros, pues se trataba de radio.
Un día estuve hablando de mi libro «El Robot Enamorado. Una historia de la Inteligencia Artificial». [1]. En la portada del libro lo que se ve es una imagen de la película que en España se llamó «Ultimatun a la Tierra», aunque su título original era «THE DAY THE EARTH STOOD STILL» (El día que la Tierra se detuvo). Era muy interesante para hacer una historia de la Inteligencia Artificial, pues en esa película se muestra a un robot que manda sobre un humano. Para un programa de radio, una de las cosas espectaculares de esa película es su música etérea, misteriosa…
Ese sonido tan misterioso está producido por un aparato que se llama Theremín. El nombre procede de su inventor, el ruso León Theremín. Fue desarrollado en 1920 y patentado en 1928 [2].
Theremín moderno. Fotografía de giulioescalona – Flickr: theremin, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=19974371
Como puede verse el theremín no tiene teclas. Tan solo tiene dos antenas. La que vemos a la izquierdo sube o baja el volumen. Al acercar la mano, el volumen sube, al alejarla baja. La antena de la derecha nos da el tono. Lejos, graves, cerca agudos. Y así, con las dos manos se pueden tocar melodías impresionantes e incluso se imita la voz humana.
En el siguiente vídeo, vemos a KATICA ILLÉNYI, interpretando «Only You».
Parece mentira que tan solo moviendo las manos se puedan hacer estas magníficas interpretaciones.
Pero en los vídeos lo ven. Moviendo las manos lo que se logra.
Comencé este blog como un diario del viaje de la Vuelta al Mundo que hice en 2013. Pero el viaje pasó. De hecho, ya han pasado doce años.
Tuve que actualizar los temas de este diario. Pensé que, además de la Vuelta al Mundo podría hablar de otros viajes. Si los viajes están en la cercanía de Andalucía lo describo en felix.ares.fm. Si es más lejos lo describo en viajes.ares.fm.
Pero muchas veces, además lo típico de los viajes, surgen temas laterales sumamente interesantes. Por ejemplo, cuando estuve en las montañas azules, saliendo desde Sídney, la primera pregunta que se me ocurrió es ¿por qué son de color azul? O cuando navegaba por el mar de Tasmania, el cielo se volvió de un color verde sucio. ¿Por qué?
He tenido que hacer otro cambio a mi diario. Viajar no solo es moverse por el mundo, también lo es descubrir sus secretos. A veces ni siquiera hace falta viajar para interesarse por uno de esos secretos. Por ejemplo, ¿por qué una flor se parece a un insecto? Nunca he visto ninguna. Sé que las hay en Andalucía (donde vivo), pero nunca las he visto. Debo dejar de hablar de ello por la razón de que no he logrado verla. A partir de hoy voy a seguir viajando, pero con la mirada puesta en las maravillas de la naturaleza. Así que inauguro una nueva sección: curiosidades del mundo natural, donde el viaje continúa, pero esta vez hacia lo insólito.
Flores que imitan insectos
Hay flores que simulan ser un insecto. Una de las más conocidas es una orquídea llamada Ophrys apifera [1]. La flor de la orquídea simula una abeja hembra, para atraer a los machos. Así, cuando el macho se acerca a la «hembra», recoge el polen y cuando va a otra flor lo distribuye.
By Didier Descouens – Self-photographed, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=148989450
La siguiente pregunta es ¿cómo puede haber ocurrido que una planta y un insecto hayan llegado a colaborar?
La respuesta está en la llamada coevolución. En este caso, dos especies evolucionan simultáneamente. Por ejemplo, la orquídea va pareciéndose cada vez a la abeja hembra, y estas cada vez son más eficaces en polinizar la planta. De ese modo, la orquídea es capaz de recibir los servicios de polinización sin ofrecer a cambio néctar. La coevolución llega a ser tan detallista que al final puede resultar que una especie de orquídeas tan solo puede ser polinizada por una especie de abeja. Ambas especies se hacen dependientes la una de la otra.
A veces, la coevolución se usa para atraer, el caso de nuestra orquídea que simula ser la hembra de una especie de abeja. Pero otras veces se usa para repeler. Sí, para repeler y que los predadores se confundan y no se las coman. Un buen ejemplo es la mariposa búho[2].
Mariposa búho. Por Diego Delso, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=25334414
Gracias a Diego Delso por permitirme usar su foto.
Al hacer que sus alas parezcan los ojos del búho confunden a sus predadores como algo más grande, algo que no se pueden comer. Hay cientos de ejemplos, entre los más llamativos está la Mariposa hoja seca (Kallima inachus), que cuando cierra sus alas parece, lo que nombre indica: una hoja seca.
By Noumenon – Own work, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2875670
Gracias a Noumenon y a Wikimedia por permitirnos usar sus fotos.
Pero no solo se trata de plantas que simulan ser animales, o animales que simulan ser plantas. Hay muchísimas más imitaciones. Sin ánimo de ser exhaustivo, expongo algunos datos.
El Sinsonte común (Mimus polyglottos) puede imitar el canto de más de 200 especies de aves, e incluso el sonido de las alarmas de los coches o de la maquinaria.
La vida es tremendamente compleja. Hay tantos ejemplos que los naturalistas se han visto obligados a diferenciar las imitaciones en varias familias.
Una de las familias es el mimetismo batesiano: En este tipo, una especie inofensiva (el imitador) se parece a una especie peligrosa o tóxica (el modelo) para evitar ser devorada por los depredadores. Por ejemplo, algunas moscas, como la mosca cernidora [3], imitan la apariencia de las abejas y avispas. Aunque no pueden picar, sus colores y patrones de bandas amarillas y negras ahuyentan a posibles depredadores que las confunden con insectos venenosos.
Aunque parezca una avispa, se trata de una mosca. Por Alvesgaspar – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3293273
Gracias a Alvesgaspar y a Wikimedia por permitirnos usar sus imágenes.
Otro tipo de mimetismo es el llamado Mimetismo mülleriano: Aquí, varias especies venenosas o peligrosas adoptan una apariencia similar. Esto beneficia a todas las especies involucradas, ya que los depredadores solo necesitan tener una mala experiencia con una de ellas para aprender a evitarlas a todas. Un ejemplo clásico es el de la mariposa monarca y la mariposa virrey. Aunque ambas son tóxicas, sus patrones de color naranja y negro son muy parecidos, lo que facilita que los depredadores las reconozcan como presas a evitar.
Hembra de la mariposa monarca, en mayo. Por Kenneth Dwain Harrelson, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=14917505
Gracias Kenneth Dwain Harrelson y a Wikimedia por permitir que usemos esta excelente foto.
Los ejemplos son muchísimos. Pero esta entrada se me está haciendo muy larga. La dejo aquí.
Ahora que estoy acabando me doy cuenta de que hay un imitador del que debería hablar: el ser humano, que imita a la naturaleza en miles de aspectos. Imita a las aves para volar. Imita a la planta silvestre llamada bardana para hacer el Velcro. Imita a los peces para conseguir formas con poca resistencia al agua en los submarinos… Y miles de casos, pero de eso, de lo que se llama biomimética, hablaré en otro momento