13 de septiembre de 2025
He sido tertuliano de varias emisoras de radio y televisión durante muchos años. En 2011 estaba en una tertulia de Onda Cero en San Sebastián.
En una de las tertulias en el mes de julio hablé de Culturonomía. Ese nombre se hizo popular ese año debido a que los investigadores Erez Lieberman Aiden y Jean-Baptiste Michel, publicaron un artículo en Science donde demostraban que se puede estudiar la historia de la cultura utilizando el tratamiento masivo de textos. Google colaboró con ellos lanzando la plataforma Ngram Viewer, que permite analizar cómo han evolucionado las palabras y las ideas desde 1500. Para ello utilizan su propia base de datos de libros, en las que hay digitalizados más de cinco millones de libros [1].Para entenderlo creo que lo mejor es utilizar un ejemplo. En aquellos días, leyendo un libro del siglo XIX me encontré con que el autor había escrito «muger» y se me ocurrió analizar si cuando se publicó aquel libro «muger» se escribía con «g». Entré en Ngram Viewer y obtuve el siguiente resultado:

El punto de inflexión se produce en 1846. Antes de esa fecha lo habitual era escribir muger y después ese uso fue disminuyendo y se impuso mujer.
¿Qué ocurrió, por qué se pasó de muger a mujer? Hay varias razones. Una es fonética, a principios del siglo XIX aunque se escribía muger se pronunciaba mujer con j actual. También hubo lingüistas que defendieron que las palabras procedentes del latín con li se transformaron en j. De mulier, mujer. Pero el caso es que en 1846 empezó a ser más usual la forma mujer que muger. Aunque no fue hasta 1884 que el diccionario de la RAE incluyera la palabra mujer. Es interesante observar que primero se escribió mujer y después lo adoptó la RAE.
Les ruego que escuchen la siguiente canción:
¿Si les digo que es una canción tradicional de Rodas y de Grecia (ya sé que hoy Rodas forma parte de Grecia, pero eso no fue siempre así) qué pensaría? ¿Que estoy loco? ¿Que ese griego se entiende muy bien?
He estado en Rodas varias veces. Siempre me ha gustado pasear por sus calles que siempre conservan un tono de cruzados y de fortaleza medieval que me resulta sumamente agradable, pero no quiero desviarme del tema central…
Ya sabemos que los judíos que fueron expulsados de España conservaron el idioma de la época. Muchos sefardíes (o sefarditas) han conservado el idioma tal como se escribía en el siglo XV. Las canciones sefardíes suelen ser muy matriarcales y hablan mucho de las mujeres. Lo que más me sorprende es que hoy hay sefardíes en muchas partes de Europa que siguen conservando el español antiguo. Hubo una canción que me gustó, se trata de «Siete modos de guisar la berenjena». En los textos originales no se escribía berengena sino merenjena y la pronunciación de esa j es casi y: merenyena. En el segundo modo de guisar ese vegetal, se habla de la «muger» de Shaman… aunque en la mayoría de las versiones actuales ponen mujer en vez de muger, pero en los textos originales estaba con g. Un detalle, para mi extraordinario, es que esta canción la cantaban los sefardíes de Rodas y de Grecia. Sí, son canciones tradicionales de Rodas y de Grecia.
Me resulta fascinante que se hagan excelentes canciones con un tema tan aparentemente anodino como las formas de guisar la berenjena. En la mayor parte de las canciones conservadas se habla de siete modos de guisarla, pero en algunas se llega hasta treinta formas.
Recordemos que la berenjena forma parte importante de la comida tradicional sefardí.
En esta canción me ha parecido interesante el juego de palabras que hace entre vino del verbo venir y el vino como bebida.
Y hablando de sefardís. Personalmente, casi siempre he usado sefardita, aunque ahora parece que es más usual sefardí. Le voy a preguntar a Ngram Viewer:

El gráfico me demuestra que el raro soy yo. El uso más extendido es sefardí.
Es curioso, en hebreo Sefarad es el nombre que dan a España, por lo que deduzco (es posible que mal) que sefardí significa español.
No solo hay sefardís en Rodas y Grecia. Los hay en muchas partes y en casi todas ellas conservan el idioma. Recuerdo que hace muchos años, fue durante el gobierno de Felipe González, que en Estambul, por aquello de hablar sefardí y español, contactamos con unos vendedores del Gran Bazar que al saber que éramos españoles nos enseñaron sus pasaportes. Ellos tenían pasaporte español. Se lo acababa de conceder el gobierno español por ser sefardís. Hablamos largo y tendido y nos fuimos a un bar a tomar algunas bebidas. Ellos hablaban sefardí, nosotros español y nos entendimos. Hubo algunas palabras que me sorprendieron, por ejemplo, ellos al ver el abanico de mi mujer lo llamaron ventador. Me hizo gracia. Nunca había oído la palabra, pero es obvio que el abanico es un ventador, ¿o no?
Si no recuerdo mal era 4 de septiembre de 1986. La conversación fue tan agradable, en gran parte debido a lo empática que es mi mujer, que nos invitaron a la boda de su hija. La boda sería el día 6. Tuvimos que rechazar la amabilísima invitación, pues ese día volábamos a Madrid. Al llegar a Barajas (ahora se llama de otro modo, pero discúlpenme si sigo llamándolo Barajas) nos enteramos de que la boda en la sinagoga Neve Shalom, la principal sinagoga de Estambul, dos hombres armados son metralletas y granadas entraron en el templo y asesinaron a veintidós personas.
Se me puso la piel de gallina: alguna de esas veintidós personas podríamos haber sido nosotros por haber cometido el pecado de haber intimado con sefardís que hablaban el español del siglo XV.
Lloré.
Notas
[1] Página oficial de UC Berkeley School of Information. Erez Lieberman Aiden and Jean-Baptiste Michel: What We Learned From 5 Million Books. https://ischoolonline.berkeley.edu/blog/erez-lieberman-aiden-and-jean-baptiste-michel-what-we-learned-from-5-million-books/
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En esta ocasión he contado con la colaboración de Vero.
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