Medianoche del 17 de febrero de 2013
Cuando se vive en comunidad se precisa un cierto tipo de reloj para sincronizarse. Por ejemplo, sería absurdo que el pescadero abriera a las 12 y el cliente fuera a las 11.
Cuando las sociedades son pequeñas, por ejemplo una aldea o una ciudad, la hora sola puede ser suficiente. Incluso la campana puede servir como elemento de sincronización de tareas. En cada momento la posición del Sol nos da la hora solar local; es decir, la hora solar del lugar.
Cando aparecen las grandes nacionalidades ocurre que son demasiado grandes para poder regirse por la hora solar, pues, por ejemplo, entre San Sebastián y A Coruña hay más de una hora solar de diferencia. Por eso fue bastante habitual que todo un país adoptase la hora de un punto del mismo. Por ejemplo, en España la hora de Madrid, en Francia París.
Cuando el comercio se amplia y el intercambio internacional aumenta, ya las horas solares de cada país produce problemas. Entre otras cosas porque –por ejemplo– la diferencia entre Madrid y París no es un número entero de horas. El tener una diferencia de números enteros de horas simplifica los cálculos. «¿Puedo llamar a mi corresponsal en París a esta hora o no?»
Tratando de solucionar ese problema se propone que en el mundo haya veinticuatro husos horarios y que los países se adapten a uno de ellos. Por ejemplo, si en Madrid la hora solar respecto a algún origen, es 1,15 horas; la hora oficial que se adopta es la 1. Se redondea la hora local solar al huso más próximo. Por supuesto que esto es simplificando el tema; pues hoy en día hay países que no tienen diferencias horarias de una hora, sino de media… y se dan casos, como el de España, que estamos con la hora de Berlín, lo que significa que estamos una o dos horas –dependiendo del horario de verano o de invierno– por delante de nuestra hora solar local.
Una vez establecido que debe haber 24 husos horarios, surge el problema de dónde poner su origen. Y en 1884 decidieron ponerlo en el meridiano en el que hubiera menos habitantes y ese meridiano resultó ser 180º a partir de Greenwich, lo que le da un valor añadido. La línea no se puso por estar al «otro lado» de Greenwich, pero que resultase así tuvo ventajas.
Si nos fijamos en dicho meridiano, casi no hay islas habitadas. No obstante, como algunas islas son de unos países y otras de otro, la «línea de cambio de día» no es exactamente el meridiano, sino que es un poco curva. Algo así:
La línea del cambio de fecha pasa por la mitad del archipiélago de Samoa. Inicialmente le asignaron al «días después», pero los samoanos se dieron cuenta de que la mayor parte de su comercio lo hacían con Estados Unidos, por lo que le era ventajoso estar en el mismo día de Estados Unidos y no en el siguiente. Estando en el mismo día el lunes es lunes para los dos países, mientras que si Samoa hubiera estado en el día después, cuando en Estados Unidos fuera lunes en Samoa sería martes. Así que decidieron cambiarse, y esa es la razón del entrante que tiene la línea de cambio de fecha en Samoa. Ahora las tornas están cambiando y el comercio de Samoa –por ejemplo la venta de atún– se hace mas con Japón y China que con Estados Unidos por lo que hay muchos samoanos que quieren pasarse al otro lado de la raya –al día después–; es decir, al lugar donde empezaron.
Así que en esa raya ocurre algo muy peculiar, a un lado es un día y al otro lado es el siguiente. Tal como lo hemos dibujado si a la izquierda (zona occidental de Espala, América, Hawái…) es domingo al otro lado es lunes.
Cuando un barco navega cambia la hora cada vez que supera el borde de un huso horario. El borde del huso horario 24 coincide con la linea de cambio de fecha, lo que trae alguna consecuencia curiosa.
Pensemos que un barco que circula desde España hacia el oeste –lo que hemos hecho nosotros– llega la línea de cambio de fecha a las 23 horas de la noche del domingo. Al cruzar el huso pasan a ser las 24:00 del domingo o 00:00 del lunes. Quedémonos ahí: 00:00 del lunes. Pero como también es la línea de cambio de fecha, hay que adelantar un día; es decir, que pasan a ser las 00:00 del martes.
Al salir de Samoa pusimos rumbo a las islas Fiji, y no mucho después pasamos la línea de cambio de hora (fin del huso) y la de cambio de día. Así que pasamos del domingo (día 17 de febrero) al martes (día 19 de febrero). Para nosotros el lunes 18 no existió.
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Hemos puesto una hora muy especial: llegar a la línea de cambio de fecha a las 23:00, de ese modo desaparece el lunes completo. Si llegamos a otra hora lo que ocurre es lo siguiente. Pensemos que llegamos a las 5:25 del domingo, al cruzar el huso horario y línea de cambio de fecha pasaríamos a las 6:25 del lunes. El número de horas perdido sería el mismo, pero distribuidas parte en el domingo y parte en el lunes.
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Una duda que puede surgir es qué ocurre si vamos hacia el este. ¿Qué hubiera ocurrido si en vez de navegar siempre hacia el oeste lo hubiéramos hecho hacia el este? Supongamos que llegamos a la línea de cambio de fecha el domingo a las 23:00. Al cruzarla serían las 00:00 del domingo. De nuevo del domingo. El domingo lo viviríamos dos veces.