23 de febrero de 2013
Esa noche una persona del grupo celebra su cumpleaños y nos invita a champan y a tarta.
Un buen broche para finalizar el día. ¡¡¡¡Feliz cumpleaños!!!!
23 de febrero de 2013
Esa noche una persona del grupo celebra su cumpleaños y nos invita a champan y a tarta.
Un buen broche para finalizar el día. ¡¡¡¡Feliz cumpleaños!!!!
23 de febrero de 2013
Continuamos viaje y llegamos a una plaza donde están las dos catedrales anglicana –la vieja y la nueva– y una iglesia católica.
PASIÓN POR NAVEGAR
Nueva Zelanda cuenta con el récord de embarcaciones por número de personas del mundo. Si echas la mirada al mś siempre ves algún velero.
SEGUIMOS VAGABUNDEANDO POR AUCKLAND
Cruzamos la bahía y ahora vemos el skyline de Auckland iluminado por el Sol:
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23 de febrero de 2013
Al comprar el viaje de la vuelta al mundo 2013, incluía quince excursiones. Una de ellas era la de Auckland y sus alrededores. Una excursión en autobús que dura cuatro horas. La cogimos. La primera parada fue en el Auckland Domain que es un parque público donde hay, entre otras cosas, un lago, fuentes, patos,… y un jardín botánico con casa de casa de verano, de invierno y una extraordinaria colección de helechos, que en inglés se dice «ferns».
Como muy bien saben ustedes Nueva Zelanda son islas volcánicas. En el «dominio» Auckland se han aprovechado los cráteres de varios volcanes para poner distintos espacios a disposición de los neozelandeses.
Estos invernaderos formaron parte de una exposición sobre agricultura y meneria que tuvo lugar en Auckland en 1913-1914.
A mi las «sensitivas» siempre me han llamado la atención. Aquí hay unas cuantas. He sacado dos fotos, una con las hojas extendidas y otra que muestra cómo han quedado después de acariciarlas un poco. También he sacado un vídeo donde se vel movimiento, pero lo pondré cuando pueda.
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23 de febrero de 2013
Auckland forma parte de la Polinesia. ya saben que se suele llamar polinesia a todas las islas comprendidas en el triángulo: Hawái, isla de Pascua, Nueva Zelanda. A pesar de todo es un país muy distinto de los dos anteriores que habíamos visto: Fiji y Samoa.
Se trata de un país moderno, con alto nivel de vida, buena protección social, buenos servicios de los ayuntamientos… y hoy quiero hablar de la WiFi que el ayuntamiento ha puesto por toda la ciudad. A lo largo de las calles principales –por ejemplo la que baja desde la catedral anglicana, hacia el mar, en el barrio Pedrell, hay señales con el símbolo WiFi.
Te conectas a la red que allí te indican… y después tratas de hacer alguna búsqueda con un buscador –léase duckduckgo o google– y te saldrá un mensaje el ayuntamiento dándote la bienvenida y diciéndote que tienes un cuarto de hora gratis o 50 Mbits de transferencia. Lo que ocurra antes. Te pide que aceptes. Aceptas y tienes una excelente conexión a internet. Muy rápida. Eso sí, con las limitaciones que te dicen.
Yo intenté volver a conectarme unas calles más abajo, pero me reconoció y me dijo que ya se habían acabado mis quince minutos. Lo que no sé es que ocurre si cambias de barrio o de distribuidor, pues el ayuntamiento hace estos hotspots con varios suministradores.
Ese cuarto de hora, con esa gran velocidad fue suficiente para hacer todo lo que tenía que hacer.
Gracias, Auckland, por pensar en dar servicios a los ciudadanos y a los turistas.
Encontramos un restaurante típico de los que usan los nativos de Suva.
Observen que dice restaurant wine, eso significa que pueden vender bebidas alcohólicas como la cerveza.
Después de repuestas las fuerzas continuamos caminando hasta el barco.
Poco después de subir emprendemos viaje a Nueva Zelanda
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20 de febrero de 2013
Caminando hacia los Thurstone Garden –así se llama el jardín botánico– fui viendo algunas cosas que me llamaron la atención. Por ejemplo:
Detrás está el anuncio del «The Fiji Times» que tiene una curiosa peculiaridad, dice que es el primer periódico en el mundo que publicó una edición diaria.
Y así llegamos a los
donde está el museo
La entrada cuesta 10 F$ por adulto.
Acabada la visita decidimos irnos a comer a algún restaurante típico de Fiji.
20 de febrero de 2013
Nada más salir del barco hay unos autobuses que te ofrecen llevarte gratis hasta el centro. Los cogimos y nos llevaron a un centro comercial. Esa era una forma de llevar turistas a su local. Después descubrimos que el autobñus tenía que rodear una zona peatonal y que tardaba en llevarnos unos cinco minutos, pero yendo andando, atravesando la zona peatonal, llegábamos en tres o cuatro minutos; es decir, que el autobús no sirve para nada.
Como no lo sabíamos lo cogimos y nos llevó al centro comercial donde nos recibió una orquesta y dos «guerreros maories» que se hacían fotos con nosotros.
En Suva hay un problema con el pago de las mercancias. Hasta ahora siempre habíamos podido pagar en Euros –Madeira– o en dólares USA. Ahora pro primera vez nos encontrábamos con un lugar donde no admiten nada más que su moneda (el dólar de las Fiji, cuyo cambio era de 1 € = 2,37 F$).
Por eso mismo en cada esquina hay una casa de cambio. Por lo que se puede cambiar en cualquier momento, aunque al devolver los F$ hay que tener cuidado con el horario pues muchas oficinas e cambio solo abren por las mañanas, aunque hay algunas que están abiertas hasta las cinco de la tarde.
En suva está la catedral católica. Fuimos a verla andando pues las distancias son muy cortas.
Seguimos paseando y pronto vimos un McDonalds, al que volví más tarde para tratar e cnectarme a internet por WiFi. Como Suva es una ciudad más grande que Pago Pago, los del barco no logramos bloquerla del todo, pero desde luego logramos que internet fuera muy mal. Para enviar tres mensajes desde McDonald estuve una hora.
A unos tres kilómetros de distancia, dentro de la ciudad de Suva, están los jardines botánicos y dentro de ellos un museo etnológico. Así que nos dirigimos hacía allí andando. El precio del taxi desde el barco hasta el museo es de 10 F$. Son precios fijos, no hay taxímetro.
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miércoles 20 de febrero de 2013
Para mí las islas Fiji eran uno de los que más me atraían de todo el recorrido. En todas las fotos que había visto de Fiji había pequeñas islas rodeadas de coral blanco y con una laguna interior de color verde. Quería ver alguna. Para comunicarse entre las islas hay ferries y también hidroaviones. Pensé coger uno para poder ver esas islas desde el aire.
Suva es la capital de las islas Fiji, está en la isla de Viti Levu.
Al amanecer ya estábamos a la vista de Viti Levu y de alguno de los islotes próximos. La mala noticia era que todo estaba nublado. Incluso Viti Levu estaba recubierto de niebla por encima de los cien metros. Es decir, que la idea de montar en un avión para ver desde el aire quedaba descartada. Por otra parte, Viti Levu está muy alejada de las preciosas islas coralinas de las fotos. Esta zona es mucho más fea paisajísticamente. También es cierto que tiene la ciudad más grande (Suva) y con ella la mayor parte de servicios, una catedral, un museo, un jardín botánico,… que no hay en las otras islas.
No podría ver las islas desde el aire, pero iba a tratar de ver todo lo posible desde tierra.
Medianoche del 17 de febrero de 2013
Cuando se vive en comunidad se precisa un cierto tipo de reloj para sincronizarse. Por ejemplo, sería absurdo que el pescadero abriera a las 12 y el cliente fuera a las 11.
Cuando las sociedades son pequeñas, por ejemplo una aldea o una ciudad, la hora sola puede ser suficiente. Incluso la campana puede servir como elemento de sincronización de tareas. En cada momento la posición del Sol nos da la hora solar local; es decir, la hora solar del lugar.
Cando aparecen las grandes nacionalidades ocurre que son demasiado grandes para poder regirse por la hora solar, pues, por ejemplo, entre San Sebastián y A Coruña hay más de una hora solar de diferencia. Por eso fue bastante habitual que todo un país adoptase la hora de un punto del mismo. Por ejemplo, en España la hora de Madrid, en Francia París.
Cuando el comercio se amplia y el intercambio internacional aumenta, ya las horas solares de cada país produce problemas. Entre otras cosas porque –por ejemplo– la diferencia entre Madrid y París no es un número entero de horas. El tener una diferencia de números enteros de horas simplifica los cálculos. «¿Puedo llamar a mi corresponsal en París a esta hora o no?»
Tratando de solucionar ese problema se propone que en el mundo haya veinticuatro husos horarios y que los países se adapten a uno de ellos. Por ejemplo, si en Madrid la hora solar respecto a algún origen, es 1,15 horas; la hora oficial que se adopta es la 1. Se redondea la hora local solar al huso más próximo. Por supuesto que esto es simplificando el tema; pues hoy en día hay países que no tienen diferencias horarias de una hora, sino de media… y se dan casos, como el de España, que estamos con la hora de Berlín, lo que significa que estamos una o dos horas –dependiendo del horario de verano o de invierno– por delante de nuestra hora solar local.
Una vez establecido que debe haber 24 husos horarios, surge el problema de dónde poner su origen. Y en 1884 decidieron ponerlo en el meridiano en el que hubiera menos habitantes y ese meridiano resultó ser 180º a partir de Greenwich, lo que le da un valor añadido. La línea no se puso por estar al «otro lado» de Greenwich, pero que resultase así tuvo ventajas.
Si nos fijamos en dicho meridiano, casi no hay islas habitadas. No obstante, como algunas islas son de unos países y otras de otro, la «línea de cambio de día» no es exactamente el meridiano, sino que es un poco curva. Algo así:
La línea del cambio de fecha pasa por la mitad del archipiélago de Samoa. Inicialmente le asignaron al «días después», pero los samoanos se dieron cuenta de que la mayor parte de su comercio lo hacían con Estados Unidos, por lo que le era ventajoso estar en el mismo día de Estados Unidos y no en el siguiente. Estando en el mismo día el lunes es lunes para los dos países, mientras que si Samoa hubiera estado en el día después, cuando en Estados Unidos fuera lunes en Samoa sería martes. Así que decidieron cambiarse, y esa es la razón del entrante que tiene la línea de cambio de fecha en Samoa. Ahora las tornas están cambiando y el comercio de Samoa –por ejemplo la venta de atún– se hace mas con Japón y China que con Estados Unidos por lo que hay muchos samoanos que quieren pasarse al otro lado de la raya –al día después–; es decir, al lugar donde empezaron.
Así que en esa raya ocurre algo muy peculiar, a un lado es un día y al otro lado es el siguiente. Tal como lo hemos dibujado si a la izquierda (zona occidental de Espala, América, Hawái…) es domingo al otro lado es lunes.
Cuando un barco navega cambia la hora cada vez que supera el borde de un huso horario. El borde del huso horario 24 coincide con la linea de cambio de fecha, lo que trae alguna consecuencia curiosa.
Pensemos que un barco que circula desde España hacia el oeste –lo que hemos hecho nosotros– llega la línea de cambio de fecha a las 23 horas de la noche del domingo. Al cruzar el huso pasan a ser las 24:00 del domingo o 00:00 del lunes. Quedémonos ahí: 00:00 del lunes. Pero como también es la línea de cambio de fecha, hay que adelantar un día; es decir, que pasan a ser las 00:00 del martes.
Al salir de Samoa pusimos rumbo a las islas Fiji, y no mucho después pasamos la línea de cambio de hora (fin del huso) y la de cambio de día. Así que pasamos del domingo (día 17 de febrero) al martes (día 19 de febrero). Para nosotros el lunes 18 no existió.
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Hemos puesto una hora muy especial: llegar a la línea de cambio de fecha a las 23:00, de ese modo desaparece el lunes completo. Si llegamos a otra hora lo que ocurre es lo siguiente. Pensemos que llegamos a las 5:25 del domingo, al cruzar el huso horario y línea de cambio de fecha pasaríamos a las 6:25 del lunes. El número de horas perdido sería el mismo, pero distribuidas parte en el domingo y parte en el lunes.
***
Una duda que puede surgir es qué ocurre si vamos hacia el este. ¿Qué hubiera ocurrido si en vez de navegar siempre hacia el oeste lo hubiéramos hecho hacia el este? Supongamos que llegamos a la línea de cambio de fecha el domingo a las 23:00. Al cruzarla serían las 00:00 del domingo. De nuevo del domingo. El domingo lo viviríamos dos veces.
17 de febrero de 2013
Pago Pago es la capital de la Samo Estadounidense. Están en un puerto natural al sur de la isla, no exactamente en la mitad sino un poco más hacia el este.
Con el poco tiempo que teníamos no podíamos ni alejarnos mucho ni buscar sitios muy exóticos. Así que alquilamos un típico «autobus» para que nos llevaran durante tres horas a los sitios más interesantes. Nos cobraron 80 US$ por ello y nos dieron una vuelta hast el «Boat Harbor» que está en la punta sueste de la isla.
Así cómodamente sentados en un vehículo tan exótico fuimos viendo la isla.
Típica gasolinera. Esta estña enfrente del puerto, vende gasolina, es un mercado de comida y tienen WiFi gratis –mejor dicho, lo tienen cuando no está un crucero en el muelle–.
Fuimos paseando por la carretera que nos lleva por el sur de la isla.
De vez en cuando nos parábamos para ver los impresionantes paisajes que hacen famosa a la isla de Tutuila –en la que estamos– y otras del archipiélago de Samoa.
La isla es muy montañosa, con picos altos y escarpados.
Tutuila está llena de islas como está que parece una maceta. SOn muy pequeñas y están cubiertas de vegetación.
Quizá la más famosa y fotografiada es la que se encuentra a la entrada de la bahía de Pago Pago:
En la entrada que hice sobre Costa Rica, comentaba que me gustaban mucho unas hojas muy grandes pero que lamentaba no saber su nombre. Las he vuelto a ver en Tutuila, pero ahora sí sé el nombre:
Se llama Colocaisa –en castellano– y en samoano: Laukáamu.
Un poco más al este hay una pintoresca playa con un nombre no menos pintoresco «Two-Dollars Beach».
La playa es bonita, las vistas también, y la entrada es gratis. Con lo cual nosotros –8 personas– bebimos unas cervezas, varios cocos –2 US$–, y algún refresco de frutas…
Durante el viaje estuvimos hablando de lo bien que olían algunas flores y uno de nosotros dijo que el olor que más le gustaba era el del francapán. A mí me sonaba a chino, pero allí, en la playa de los dos dólares, había varias y me trajo una para la que la oliera:
La olí y lo hacía bien, pero, según me dijo el experto, no estaba madura todavía; que cuando lo está es lo mejor que ha olido nunca.
¿Que si nos atrevimos a montar? Pues claro. Es exótico. No sé si muy seguro, pero exótico sí.
Encontré un árbol con estas frutas y me hizo ilusión. La cogí, se la enseñé a nuestro guía y se echó a reír: «No es comestible».
En el mercadillo hay cosas curiosas. Por ejemplo estos «tambores» de madera que están afinados y suenas muy bien:
Hay pareos muy coloridos y baratos con el mapa de las islas. En este caso he foto de Tutuila.
Una oferta sorprendente dos camisas de algodón, muy elaboradas por 5 US$
Embarcamos y decimos adiós a:
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