2 de septiembre de 2015
El autobús
Tras las muchas horas de vuelo llegamos al aeropuerto e Hanoi, que es muy moderno. Pasamos la aduana sin problemas y salimos en busca de nuestro guía. Lo encontramos, montamos en un autobús que podemos clasificar de horrible y vamos al hotel. El autobús es horrible por el tamaño, asientos pequeños, muy juntos que impiden sentarse de frente. Supongo que el problema se debe a que nosotros somos altos y los vietnamitas son muy bajitos. El autobús da la sensación de que es para niños, aunque es limpio y el aire acondicionado funciona.
El tráfico
Nuestro hotel, el Quoc Hoa, está en la parte vieja e la ciudad y, según nos acercábamos a él fuimos viendo el caos que es el tráfico en esta ciudad. Pregunté al guía si es que las leyes de tráfico en Vietnam eran diferentes pero la respuesta fue que no, que las normas son las internacionales pero «que nadie las cumple».
Descubrimos varias cosas interesantes. las aceras no son para los peatones, son para aparcar las motos y para cocinar o poner tu negocio. Los peatones tenemos que andar entre el tráfico que está compuesto fundamentalmente por motos. Hay miles de motos. Los pasos de cebra son adornos que se ponen cerca de las esquinas, lo mismo podemos decir de los semáforos.
Entonces, ¿podemos preguntarnos?, ¿cómo cruzan las calles? todo el tráfico se mezcla. Los que van a la izquierda, los que van a la derecha, los que vienen de frente, los peatones, todos cruzan por donde pueden.
En los primeros momentos, para nosotros es caótico; da miedo pasear. Pero poco a poco te das cuenta de cómo funciona. hay que ir muy despacio y dejar que los motoristas te sorteen. Eso es todo. No respetan ni los semáforos, ni los pasos de cebra ni las aceras, pero sí respetan a las personas, si cruzas despacitos las motos te sortean. Eso sí, te sortean por la izquierda, por la derecha o por cualquier sitio inesperado, pero lo hacen.
Parece que ese es el secreto de la conducción en Hanoi: ir despacito por donde puedas.
El hotel
Se trata de un hotel de tres estrellas, pero con una calidad excelente.
La habitación es grande, con aire acondicionado, un baño bien equipado, sin nada que nos haga pensar que estamos en el sudeste asiático:
Desde la ventana vemos la ciudad antigua de Ha Noi:
Fiesta nacional
Por una casualidad inesperada, llegamos a Vietnam el 2 de septiembre que es día festivo pues celebran la independencia. Este año, además, es especial, pues hace 70 años que consiguieron la independencia de Francia. Lo celebran por todo lo alto. Todas las calles están llenas de banderas de Vietnam, del partido Comunista y de fotos de Ho Chi Min.
El contraste entre el frío del hotel y el calor húmedo de la calle hizo que se me empañara el objetivo de la cámara. Las fotos han resultado raras, pero son las únicas que tengo de esa mañana.
Cena
Quedamos para ir a cenar a las seis de la tarde. A esa hora ya es de noche. Fuimos andando hasta el restaurante.
Allí nos ofrecieron una típica comida vietnamita: muchos platos de muy diverso tipo todos servidos a la vez.
Las mesas estaban decoradas con bastante gusto.
Para beber había cervezas, aguas minerales y vinos.
El precio de la cerveza local es de medio Euro y de la de otras partes del país de un Euro. Para pagar prefieren la moneda local, pero admiten Euros y en bastantes sitios se puede pagar con Visa, aunque en ese caso, en un 50% de los establecimientos te cobran el 3% más, «lo que les cobra el banco».
El cambio era: 1 dólar: 20 000 dongs. 1 Euro 25 000 dongs.
Fuegos artificiales de aniversario
Para conmemorar el 70 aniversario de la independencia, en el lago Hon Kiem, que está en el centro de la ciudad y a un cuarto de hora andando de nuestro hotel, había un espectáculo de fuegos artificiales. Empezó a llover. El tráfico era endemoniado. Camino del lago nos encontramos con la Catedral Católica de Hanoi. la vimos sumergida en la noche, cayendo una fuerte lluvia:
Es difícil que pase desapercibido su parecido con Notre Dame de París.
Según nos acercábamos fuimos viendo los letreros luminosos que celebraban el septuagésimo aniversario de la independencia:
El lago estaba bonitamente iluminado.
Comenzaron los fuegos, pero pudimos ver poca cosa, pues los árboles nos tapaban la vista y había tanta gente que era imposible encontrar mejor sitio. Así que lo que vimos fueron ramas de árboles con el cielo de distintos colores.
Lo que fue todo un espectáculo fue ver a los vietnamitas con sus teléfonos móviles sacando fotos de los fuegos. Quizá eso era mucho más interesante que los fuegos en sí.
La luz de los fuegos era tal que parecía de día:
El humo y el olor a pólvora eran muy fuertes:
El día había sido muy largo. Nos fuimos a la cama.
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