Escapada a Polonia (12): Auschwitz I, Zyklon B

Miércoles 16 de julio de 2014

Auschwitz I se ha convertido en un museo, de entrada gratuita, para que todos los humanos veamos las barbaridades que hicimos.

Para que no se nos olvide la historia está este monumento a la barbarie.

En una de sus salas lo que vemos es simplemente un montón de latas:

Latas de Zikolon B, de donde salía el gas que mataba a los priisoneros

Latas de Zyklon B, de donde salía el gas que mataba a los prisioneros

Latas de Zikolon B, de donde salía el gas que mataba a los priisoneros

Latas de Zikolon B, de donde salía el gas que mataba a los prisioneros

La historia del Zyklon B es una historia triste y brutal. La idea «genial» de Hitler para acabar con el «problema judío» había sido la «solución final» que consistía en exterminar a todos los judíos, matarlos a todos.

Pero matar a unos veinte millones de personas que se estiman vivían en los territorios ocupados por Alemania no es tarea fácil. Es más fácil decirlo que hacerlo. Cuando se inauguró Auschwitz las SS hicieron pruebas para ver el mejor modo de exterminar. Las cámaras de gas, a pequeña escala, habían demostrado su efectividad. En Auschwitz se hizo lo mismo a gran escala. Pero el gas de pequeña escala no servía a gran escala. Las SS probaron un nuevo gas, mucho más mortífero, el Zyklon B. En una de las salas en las que cabían unas dos mil personas, metieron a algo más de 600 prisioneros rusos. Fue en septiembre de 1941. Fue la primera prueba en Auschwitz del gas Zyklon B, que ya había sido probado con los gitanos en Brno –donde nació Mendel–. Pero en Auschwitz a una escala mucho mayor.

La prueba «fue un éxito». Seiscientos prisioneros rusos murieron en unos quince minutos. Después sus cadáveres fueron trasladados al incinerador que habían construido al lado.

Permitanme decir lo que viene a continuación con lágrimas en los ojos: ¡Fue un éxito! Hay que ser un auténtico h de p para pensar que matar a seiscientas personas en quince minutos es un gran éxito… pero…

El Zyklon B es un derivado del Zyklon A, un potente insecticida. El Zyklon B, llegaba en latas como las que he fotografiado, en forma sólida. Al echarles agua desprendían ácido cianhídrico. Un veneno que interfiere con el metabolismo de las personas y es mortal en muy poco tiempo. Unos quince minutos. Aunque son quince minutos horribles, asfixiándose.

En Zyklon A se usaba como insecticida y llevaba un producto que olía mal, para que los agricultores no se envenenaran sin querer. Pero cuando las SS pidieron fabrica Zyklon B para exterminar a los indeseable –según ellos–, pidieron al fabricante que quitarán el odorífico. No querían que sus víctimas se dieron cuenta de que estaban siendo gaseadas.

En el desarrollo del Zycklon A jugó un papel decisivo Fritz Haber. ¿Que no sabe usted quién es Fritz Haber? No se preocupe. Yo tuve que mirarlo en Wikipedia. A Fritz Haber le concedieron el Premio Nobel de 1918 por haber desarrollado el método de sintetizar amoniaco. Fritz haber era judío, aunque se convirtió al luteranismo, y tuvo contactos con otros muchos judíos importante alemanes, por ejemplo Albert Einstein:

Haber y Einstein. Foto de Wikimedia

Haber y Einstein. Foto de Wikimedia

No sé cómo de importante les sonará  a ustedes la «síntesis del amoniaco». Digamos que a principios del siglo XX la agricultura estaba limitada por la cantidad de abono que podía conseguirse. Las fuentes de guano y los salares de nitrato –nitrato e Chile y nitrato de Noruega– casi se habían acabado. O se descubría otra cosa o la humanidad pasaría hambre.

Nitrato de Chile. Wikimedia

Nitrato de Chile. Wikimedia

La solución vino de la mano de Haber pues el amoniaco es la clave para los abonos nitrogenados. La humanidad no pasó hambre y pudo crecer hasta los asombrosos 7,5 gigapersonas (miles de millones) de hoy en día.

Por desgracia, fertilizantes y explosivos van de la mano. Haber, un profundo nacionalista alemán –a pesar de ser judío–, contribuyó al desarrolló de explosivos y de armas químicas. Se casó con otra químico. Su mujer no estaba de acuerdo con sus asquerosas contribuciones a la guerra química. Haber decía que no entendía su preocupación –la de su esposa– ya «que un muerto era un muerto con independencia de qué causase la muerte».

Su esposa se sintió tan mal, que le robó su arma reglamentaria y se suicidó.

Haber también hizo el Zyklon A.

A Haber le ofrecieron la presidencia de lo que hoy es el centro de investigación en Israel Weizmann. Aceptó y en 1934 se dirigía a Oriente Medio cuando sufrió un infarto y murió.

Su familia cercana, viendo cómo se ponían las cosas en la Alemania nazi, a pesar de que ellos eran luteranos, huyeron a Inglaterra y uno de ellos a Estados Unidos, aunque este último se suicidó por las barbaridades que su padre había ayudado a construir. Su hijo  Ludwig («Lutz») Fritz Haber (1921–2004), se convirtíó en un historiador eminente de la guerra química durante la Primera Guerra Mundial y publicó el libro titulado: «The Poisonous Cloud» (1986).

Su familia extensa fue transportada a Auschwitz y allí murió gaseada por el gas que él había contribuido a desarrollar.

Fritz Haber es un ejemplo de la ambivalencia del ser humano. Creó la síntesis del amoniaco que ha salvado a millones de vida del hambre y también desarrolló el gas que mató a centenas de miles de prisioneros en Auschwitz. Un judío desarrolló las armas para exterminar judíos. Paradojas de la vida. No sé cómo juzgarle, si como un héroe o un mártir. Tal vez lo mejor sea juzgarle simplemente como humano, con sus virtudes y sus terribles defectos.

Haber nació en lo que hoy es Wrocław y que visitaremos mañana. Pero de eso hablaremos en su momento.

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 Nota fotos y texto. Salvo las fotos que tienen un agradecimiento específico, como por ejemplo Wikipedia, son nuestras y las licenciamos con

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