Domingo 2 de noviembre de 2016
Se levanta un día frío, nublado y a veces chispea.
Desayunamos y nos vamos hasta la «Plaza de Santa Catalina» donde algunas guías dicen que está el mercadillo navideño más popular de Bruselas.
LA PLAZA DE SANTA CATALINA (SAINTE CATHERINE)
Se llega muy fácilmente en metro. Línea 1, la estación de «Sainte Catherine».
Escaleras mecánicas del metro. Casetas navideñas y noria al fondo. Plaza de Santa Catalina
Todavía es pronto y la mayor parte de las casetas está cerrada.
Casetas navideñas en la Plaza de Santa Catalina.
Al fondo la iglesia de Santa Catalina que da nombre a la plaza.
La plaza de Santa Catalina está entre la Iglesia y la noria. En el centro hay unos caballitos sumamente curiosos. En vez de «caballitos» lo que tiene son cohetes, submarinos t otros artilugios de los tebeos de Tintín.
Caballitos en la Plaza de Santa catalina
Una noria gigante destaca sobre el resto. Aunque en esta foto, un bar de champagne hecho de plástico transparente tampoco pasa desapercibido.
Bar de champagne y noria. Plaza Saiente Catherine, Bruselas
Algunas casetas van abriendo. Una de las primeras en hacerlo es la que tiene productos típicos de Creta. En una pizarra nos dice que «un chupito de Rakomelo de Creta, un euro». No nos resistimos.
Chupito de Rakomelo de Creta 1€.
Rakomelo de Creta.
El chupito está bueno; es un orujo de hierbas. Me recuerda muchísimo al orujo de hierbas «Rua Vieja».
Al lado mismo de la noria hay un puesto cuyo nombre nos ha resultado simpático. «Los Churros». ¿A qué no adivinan qué es lo que vendían? Pues eso: churros.
Churros en la plaza de Santa Catalina. Bruselas.
Al lado hay un monumento/fuente que en su cumbre tiene a San Miguel Matando al dragón.
El obelisco/fuente de Anspach. Bruselas
Detalle de San Miguel matando al dragón.
El monumento es un homenaje a Jules Anspach, burgomaestre de Bruselas que decidió enterrar el entonces maloliente río Senne –a veces escrito Sena– a su paso por Bruselas.
Es una escultura que se erigió en 1897 y la escultura es de Pierre Braecke.
Curiosamente a nuestro lado hay un enorme dragón de plástico que te invita a entrar dentro de sus tripas.
El dragón.
Aunque visto de frente no impresione demasiado visto desde arriba de la noria, nos damos cuenta de que es enorme. Si existiera de verdad asustaría.
Dragón
La cola del dragón apenas deja ver uno de los monumentos más interesantes cercanos a la plaza. Se trata de un monumento a las palomas mensajeras. Durante la primera Guerra Mundial Bruselas estuvo asediada. Las comunicaciones eran primordiales y la llevaban a cabo palomas mensajeras. Evitar que los mensajes llegaran a su destino era de interés estratégico por lo que las palomas eran un objetivo estratégico. Murieron a miles. Hoy este monumento les rinde homenaje.
Monumento a las palomas mensajeras. Bruselas.
La noria cuesta 6€ por persona y no admiten tarjeta de crédito. Subimos. La vista desde lo alto es muy interesante.
La plaza de Santa Catalina (Sainte Catherine) vista desde lo alto de la noria. Primer plano el obelisco de Anspach, al fondo la iglesia de Santa Catalina.
Al fondo las torres góticas de la catedral de Bruselas, del siglo XIII, vistas desde lo alto de la noria.
A lo lejos, apenas visible entre la bruma, se vislumbra uno de los símbolos de Bruselas: el Atomium. Lástima que la niebla apenas permita verlo.
Hacemos un zoom y lo que vemos es esto:
Atomium visto desde la noria.
También a lo lejos y medio difuminada en la bruma vemos la Basílica de Bruselas. Estilo neogótico. Siglo XX.
Al bajar de la noria hacía frío y en varios puestos vimos algo típico de Bruselas: vino caliente. El vaso costaba 2€. Lo probamos. El vino no era muy allá, pero el calorcito se agradecía.
Vino caliente.
Las castas están ubicadas en la periferia de la plaza y en su interior hay bancos bajo techo para sentarse. Al estilo de los hawkers de Singapur. El vino vale 2€ pero te cobran 3€. Tu te vas con él y te sientas donde quieras. Después, cuando devuelves el vaso, te devuelven el euro cobrado de más.
Ya hemos estado en esta plaza varias horas, pensamos que era el momento de ir a conocer otros sitios de Bruselas, pero antes teníamos que comer.
LA COMIDA
Comer en Bruselas no es barato. Tal como ya hemos dicho más arriba, no es que cada plato sea excesivamente caro es que echamos en falta el «paquete completo», el famoso «menú del día» español. Pero, por suerte, descubrimos un restaurante marroquí, con excelente cocina y muy buenos precios y, además, hablan español.
Se trata de «Le Mediterranee» sito en en Bolulevard Maurice Lemonier, 208. Nada más bajarse del metro, línea 4, en la estación Lemonnier.
Bocadillo de kebak (shawarma) por 4,50€. Incluye patatas fritas y mayonesa.
Sopa Harira. Unos 5€.
Albondigas con tomate. Unos 7€.
Todo ello acompañado de una abundante ración de pan. Las bebidas a 1,5€.
Pan
La atención muy amable y correcta. Y tal como hemos dicho casi todos los que nos sirvieron hablaban algo de español.
Ya con nuevas fuerzas seguimos visitando Bruselas. Vimos el Atomium, la Basílica de Bruselas,… de todo ello hablaremos en próximas entradas.
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Nota fotos y texto. Salvo las fotos que tienen un agradecimiento específico, como por ejemplo Wikipedia, son nuestras y las licenciamos con
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