Extraterrestres bajo la lupa

Obras completas de Martin S. Kottmeyer
Volumen 1: Extraterrestres bajo la lupa.
Traducción de: Luis R. González Manso
Editorial Sentosa, Santiago de Chile, 2020 (http://www.lulu.com/spotlight/lanavedeloslocos.)
376 páginas.
ISBN: 978-0-244-54649-6
Puede comparase en esta página: https://bit.ly/2IQgwiY

Portada del volumen 1 de las obras completas de Martin S. Kottmeyer

Llevo bastantes años apartado de la literatura que estudia el fenómeno ovni. Normalmente los libros de los partidarios de la hipótesis extraterrestre (HET) me aburren, pues lo habitual es que vuelvan a hablar de los casos clásicos y si son nuevos repiten los viejos estereotipos. Cuando cayó en mis manos el volumen «Extraterrestres bajo la lupa», nada más empezar a leer no me aburrió en absoluto. No hay casos nuevos. De hecho, trata de los avistamientos más antiguos, aquellos que dieron origen al mito ovni. El primero de los que disecciona bajo su lupa es el de Kenneth Arnoldi, que, para la mayoría de los especialistas, fue el caso que marcó el nacimiento de la era de los ovnis. Recordemos brevemente que ocurrió en 1947 y que Arnold, pilotaba una avioneta, cerca del monte Rainier, un estratovolcán ubicado al sureste de Seattle en el estado estadounidense de Washington. Vio nueve objetos que se movían coordinadamente a gran velocidad. Para explicar su movimiento (que no su forma) dijo que se movían «like saucers skipping on water» (como platillos rebotando en el agua). A pesar de que Arnold dijo que los objetos tenían forma de boomerang, el periodista con el que habló –Bill Baquette– , confundió la forma con el modo de moverse y dio la noticia llamándolos «platillos volantes». Esa denominación dio la vuelta al mundo. Así, por un error, surgió el nombre que se ha hecho más famoso y que, sin duda, ha condicionado culturalmente la forma con la que muchos testigos describen lo que ven.

Del caso Arnold había leído muchas cosas a favor de que eran naves extraterrestres y explicaciones mucho más mundanas; creía que ya nadie podía aportarme nada esencialmente nuevo. Me equivocaba. Kottmeyer con una meticulosidad asombrosa, va exponiendo todas las hipótesis, tanto de los creyentes como de los escépticos y una a una va mostrando las razones por las que no pueden ser verdaderas. Tras esa labor de desmentido, él plantea su propia hipótesis. He de reconocer que al principio me resultó no solo chocante sino inverosímil, pero al leer sus argumentos, las réplicas y contrarréplicas, y las citas bibliográficas a revistas de prestigio con árbitros (referees) que utiliza, me ha convencido de que probablemente lleve razón: lo que vio Arnold fueron aves en formación, probablemente cisnes o pelícanos.

Esa minuciosidad y atención al detalle que utiliza con el caso Arnold, lo hace con otros cuantos casos de ovnis clásicos. Por ejemplo, los avistamientos del padre Gill y 37 testigos más, en Nueva Guinea en 1959ii. Las explicaciones de Kottmeyer son realmente largas, en el libro ocupan desde la página 85 hasta la 164. Aconsejo que lo lean.

Algunas de las explicaciones de Kottmeyer son sorprendentes, aunque, insisto una vez más, al leer sus argumentos es fácil quedar convencido de que lleva razón. Uno de esos casos es el ocurrido en el verano de 1953 en Medfordiii, Oregón. Hubo tres testigos. A las 22 horas volvían a casa en automóvil y vieron tres criaturas de color banco «con un pelaje muy suave, como satinado», con una forma similar a la de los Shmoosiv de la tira cómica de Lil´ Abner. Su sorprendente y convincente explicación es que «el trasero de un ciervo fue confundido con un alienígena».

Kottmeyer en muchas de sus explicaciones tiene en cuenta un tema que a mí me apasiona: la maleabilidad de la memoria y que la percepción se ve influida por la cultura de la épocav. Vuelvo a insistir en que Kottmeyer para cada una de sus afirmaciones utiliza citas científicas relevantes. Para ilustrar su pensamiento, copio algunas frases del libro: «La cuestión es que la superposición cultural está presente de forma inequívoca en los informes de ovnis. A menudo vemos casos de personas que agregan detalles a imágenes de fenómenos mundanos: ojos de buey en Venus, cúpulas añadidas a avionetas publicitarias, detalles derivados claramente de libros platillistas» (página 78)… «en las oleadas de naves aéreas del siglo XIX, los testigos añadían detalles derivados de los globos de la época» (página 79).

Su opinión sobre la mayoría de las revistas que tratan del tema ovni coincide al cien por ciento con la mía: «… revistas sobre ovnis tan ocupadas en potenciar los sistemas de creencias de los seguidores de la “Nueva Era”, los abducidos, etcétera, que no dudan en mostrarse mezquinas con aquellos hechos que no encajan en sus dogmas».

Hace muchos, muchos años, digamos que, en 1972, cuando conducía por una carretera de Madrid, vi delante de mí un objeto brillante que se movía y que se alejaba de hasta desaparecer en el horizonte. En su día, mi explicación fue la misma que da Kottmeyer a casos similares: «La sensación de movimiento puede explicarse rápidamente, bien por autokinesis o también como ilusión provocada por el movimiento de las nubes, los cambios de densidad de las mismas» hacen que su luminosidad varíe y con ello dan la sensación de alejamiento.

En la página 197 nos hace una observación sumamente interesante: «Tendemos a olvidar que la HET no siempre fue la teoría favorita sobre los platillos volantes. En la década de 1940 y principios de la década de 1950 la HET no se mencionaba». En la página 237, podemos leer: «en línea con las sospechas dominantes entre la población de que los platillos eran armas secretas en desarrollo por alguna potencia terrestre…». En la página 239 nos hace ver que las repeticiones en distintos avistamientos de ciertas constantes no demuestra su realidad, sino que son «atribuibles a las ficciones ufológicas».

«No es raro que los informes ovni de testigos múltiples estén originados por un estímulo real que habría sido distorsionado por las emociones y expectativas creadas en torno a este mito culturalvi» (p. 337).

Del mismo modo va desmontando otros casos clásicos, por ejemplo, el de «Incidente en Exetervii». Para no alargarme demasiado no voy a dar la explicación de Kottmeyer, pero sí que no me resisto a citar la última frase (página 178): «Y así, otro clásico muerde el polvo».

El último caso del que trata este primer volumen es el famosísimo del matrimonio Hillviii, con el que muchos llegamos a creer que las visitas extraterrestres eran reales. (Sí, he dicho llegamos. Yo, equivocadamente, llegué a creerlo). Tras su disección minuciosa de cada uno de los detalles nos da un dato para mí inesperado: Barney Hill habla de que los extraterrestres tenían «ojos envolventes», entendiendo por tal que eran alargados y oblicuos y que se extendían hasta los lados de la cara. Kottmeyer descubrió que ojos muy similares estaban presentes en un episodio de la serie de televisión «Rumbo a lo desconocido», concretamente en el 20 de la primera temporada, titulado «El escudo Belleroix», que se emitió tan solo doce días antes de que él los mencionase bajo hipnosis.

El extarterrestre con ojos envolventes, del capítulo «El escudo Bellero» de la serie «Rumbo a lo desconocido».

Kottmeyer, en su obra, demuestra que es un gran conocedor de la literatura de ciencia ficción. Mucho de los héroes que él menciona son los que yo leía en mi juventud, por ejemplo, Flash Gordon. En el episodio titulado en español «El planeta Mongo», aparece una nave-cohetex que para Kottmeyer pudo jugar cierto papel en lo que vieron Chiles y Whittedxi (pp. 225-232). Las naves y personajes de Flash Gordon se parecen a los de ciertos casos de contactos. Kottmeyer nos dice que esos relatos, incluyendo el del matrimonio Hill, son «una idea cuyo momento ideal para aparecer es justo entonces» (p. 330).

La nave-cohete de Flash Gordon.

Tal como ya he dicho, este es el primer volumen. Como mínimo nos esperan otros seis, y digo esto porque en una de las notas se dice que se tratará de un tema en concreto en el volumen 6.

Espero con impaciencia, la llegada del volumen 2 para recordar viejos tiempos y seguir disfrutando de los profundos análisis y soluciones inesperadas que nos proporciona Kottmeyer.

Si he de hacer alguna crítica es la de que Kottmeyer se toma demasiado en serio a los crédulos. Pero, sinceramente, no sé si es un defecto de Kottmeyer o mío, pues los argumentos de los crédulos me parecen tan ridículos que ya ni los cuestiono. Simplemente me rio de ellos, y no estoy seguro de que esta sea la postura correcta. La confrontación es imprescindible para que surja la verdad. Las discusiones que se leen en el libro de Kottmeyer me han hecho pensar en la frase con la que acaba mi libro «La Sábana Santa ¡Vaya timo!xii»: «Un buen mito nunca muere», y los extraterrestres, sin duda, son un buen mito. Por muchas pruebas que se muestren de que son errores siempre hay un grupo de personas que cree en ellos.

Al principio he dicho que la traducción es de Luis R. González Manso. Quisiera señalar varias cosas, la primera es que la traducción es magnífica. La segunda es que la labor de González va mucho más lejos que la de traductor; de hecho, si no he entendido mal, ha sido el compilador y, sorprendentemente, esta es la primera vez que se ofrecen todas las obras de Kottmeyer juntas. No ha sido en inglés sino en castellano, a pesar de que el autor es de Illinois. Y hay una tercera e importante labor: la selección de las ilustraciones, que muchas veces ha exigido encontrar el original mencionado en el texto.

Gracias a la editorial Coliseo Sentosa de Santiago de Chile por darnos a conocer a este curioso personaje que es Martin S. Kottmeyer, al que pueden seguir en: https://www.facebook.com/la.wan.3538 

Félix Ares de Blas

NOTAS FINALES

iKenneth Arnold en Wikipedia (s.f.). https://es.wikipedia.org/wiki/Kenneth_Arnold (consultado el 15 de febrero de 2020)

iiAunque desde un punto de vista crédulo, puede verse un resumen del caso en: «El Incidente Ovni de Boianai, Papúa Nueva Guinea», en el blog «Proyecto Signo». Recuperado en 15 de marzo de: https://proyectosigno.com/el-incidente-ovni-de-boianai-papua-nueva-guinea/

iiiMedford Shmoos, en Cryptid Wiki (s. f.). Recuperado el 15 de marzo de: https://cryptidz.fandom.com/wiki/Medford_Shmoos

ivShmoo, en Wikipedia (s. f.). Recuperado el 15 de marzo de 2020 de: https://en.wikipedia.org/wiki/Shmoo

vDe hecho, escribí un libro, no publicado, sobre el tema, que titulé «Nuevas caras para los viejos dioses», y el asunto me gustó tanto que estudié criminología, aunque nunca me examiné, para aprender más sobre los problemas del testimonio.

viEsta es nuestra conclusión fundamental en una obra de la que somos coautores David G. López y yo mismo y que recientemente, gracias a los esfuerzos de Vicente-Juan Ballester Olmos, ha sido subida a «Academia», puede verse en este enlace: https://www.academia.edu/42153967/EL_FENOMENO_OVNI._ANALISIS_DE_30_ANOS_DE_OBSERVACIONES_EN_ESPANA

viiFuller, J. G. (1967). Incidente en Exeter. Barcelona, Plaza y Janés.

viiiFuller, J. G. (1968). El viaje interrumpido. Barcelona. Plaza y Janés

ixPueden ver esos ojos, en Wikipedia, en la entrada titulada «The Bellero Shield», en la siguiente URL: https://en.wikipedia.org/wiki/The_Bellero_Shield

xLa imagen de la nave-cohete puede verse en este enlace, consultado el 15 de marzo de 2020: https://fourcolorglasses.files.wordpress.com/2013/04/alex-raymond-streamlined-rocket.jpg

xiChiles-Whitted UFO encounter, en Wikipedia (s. f.). Consultado el 15 de marzo de 2020 en: https://en.wikipedia.org/wiki/Chiles-Whitted_UFO_encounter

xiiAres, F. (2006). La sábana santa. ¡Vaya Timo! Pamplona. Editorial Laetoli. Más detalles en: http://www.laetoli.es/vaya-timo/51-la-sabana-santa-vaya-timo-felix-ares-9788493486228.html


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