Dubái (9): Por el desierto en 4×4

2 de abril de 2013

El martes 2 de abril íbamos a estar en Dubái solo medio día; teníamos que embarcar a las 12:30. Una de las excursiones que estaban incluidas en el precio del crucero era la de que un conductor experto nos llevara unas horas conduciendo por el desierto.

Todavía recuerdo que yo trate de conducir por el desierto de Atacama, en Chile, y en el momento que abandoné la carretera, el coche se me quedó con las ruedas enterradas en la arena y tuvieron que ayudarme a sacarlo. Así que lo de conducir en en desierto, y en nuestro caso incluso por las dunas, me parece muy difícil. Nos montamos en un coche con tracción a las cuatro ruedas y nos fuimos hacia el desierto. Allí, el conductor, experto en conducir por el desierto, hizo maravillas.Algunas me sorprendieron; por ejemplo el coche derrapaba hacia la derecha, el chófer movía el volante en esa dirección.

Al subir y bajar de las dunas el coche se inclinaba una barbaridad —al menos esa era la sensación que percibíamos desde dentro. Nuestro conductor nos dijo que para poder conducir por el desierto necesitan un carnet especial que solo da el gobierno tras un curso de la especialidad. No me pareció que fuera nada fácil.

Nada más bajar del barco; en la explanada del propio puerto había más de doscientos 4×4, todos blancos, esperándonos; en cada coche montamos cinco personas y salimos hacia el desierto.

Uno de los yips que nos llevarían por el desierto. Dubái.

Nos vamos alejando de la ciudad. Al fondo, entre el persistente polvo, la torre más alta es Burj Khalifa . Dubái.

Vamos muchos 4×4 unos detrás de otros, como si fueran procesionarias del pino. Nuestro coche es el 175. 175 coches son muchos, pero normalmente en las excursiones nunca va un coche solo por motivos de seguridad.

Planta del desierto. Dubái.

Me gustaría saber mucho más de plantas de lo que sé para poder decirles el nombre de esta. Me atrevo a sugerir que tal vez sea una Haloxylon salicornicum, pero para ello tan solo me baso en esta página web del «Dubai Desert Conservation Reserve». El nombre que le dan en la zona es Rimth.

Me da pena que esa arena tan lisa, tan aparentemente impoluta, vaya a ser hollada por las ruedas de tantos coches. Dubái.
Por el camino nos encontramos con varios camellos; incluso con uno albino. Se trata del camello arábigo, de una sola joroba, que también se conoce como dromedario. Dubái.

Hoy vemos los camellos como una figura exótica y cuesta trabajo pensar que durante milenios han sido el modo de transporte más rápido que existía. Antes de su domesticación el «vehículo» más rápido era el burro. No sabemos exactamente cuando dónde ocurrió la domesticación del camello pero sí sabemos que en el año 1 100 antes de nuestra época, su uso estaba muy difundido en el norte de Arabia («El Mundo Antiguo» de John A. Gararty y Peter Gay. Volumen 1, página 157).

Camella con crías. Dubái.
El yip va dando botes y es sumamente difícil conseguir una foto horizontal. Dubái.
Plantas del desierto. Dubái
Cuando llegamos esta duna estaba sin ninguna huella. Tan solo estaba ese rizado que tanto recuerda a las olas. Al irnos estaba lleno de huellas de pies. Dubái.
En lo alto de la duna. Dubái.

Un poco más bajo había unos arbolitos con flores de cinco pétalos muy carnosos. Las hojas son de un color verde-grisaceo son también muy gruesas. Si no me confundo es el «manzano de Sodomo» (Calotropis procera) o algo parecido. Dubái.

Calotropis procera . Dubái.

Lo mismo que había dicho antes, me gustaría saber mucho más de botánica para estar seguro de que este arbolillo es un Calatropis procera, pero no estoy seguro. En wikipedia dicen que en castellano se llama la «Manzana de Sodoma», sus frutos deben ser tóxicos y si se comen producen vómitos, pero en esta página de Canarias, refiriéndose a una planta que a mí e parece la misma, dice que se trata del «árbol de la seda».

No solo hay huellas humanas. Los camellos también han dejado sus excrementos.

Excrementos de camellos de Arabia. Dubái.

Tras la parada para contrarrestar el mareo, volvemos a los 4×4 que nos llevarán a un «campamento beduino»; mejor dicho, una representación de cómo era.

Al cabo de un rato, aquella duna sin huellas estaba así:

Aunque es mucho menos grave de lo que parece; esta noche soplará el viento y volverá a tapar las huellas, dejando tan solo las olas de arena,… olas que esperarán pacientemente a que mañana otro grupo de turistas navegue por ellas. Olas que a veces fosilizan.

A lo lejos, un camello albino. Dubái.

Llegamos al campamento beduino, donde los que quieren se pueden montar en camello; sin pagar nada más, el paseo se incluye en la excursión.

Las tiendas para vivir son muy acogedoras. Y en contra de lo que pudiera parecer son muy frescas. Beduinos. Dubái.

Dentro de las tiendas se está muy bien. Fuera el calor es insoportable, dentro da gusto sentarse en esos cojines. Supongo que la razón estriba en que están construidas de telas muy gruesas que proporcionan una buena sombra y que al estar las «puertas» abiertas circula muy bien el aire y que la diferencia de temperaturas produce una corriente de aire.

Detalle de las lonas del techo de la tienda de campaña. Beduinos. Dubái.
Detalle de cómo se unen los soportes del techo. Y el farol de iluminación. Dubái.

Tras estar un rato en el campamento y beber agua fría (que sospecho no había en los campamentos beduinos de verdad) y algunos refrescos, decidimos irnos.

Ya de regreso al barco nos encontramos con una de las estaciones de autobús con aire acondicionado. No hay nadie esperando. Todo parece desierto. Al verla me entra una extraña sensación de soledad.

Estación de autobús con aire acondicionado. Dubái.

Al llegar al barco nos encontramos con un Hummer transformado en limusina.

Estrambótico Hammer transformado en limusina. Dubái.

Subimos al barco hacia las 12:30. Zarpa para Oman a las 13:00

En Youtube hemos dejado un video de 1 minuto con retazos de la carrera por el desierto.

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Nota fotos y texto. Salvo las fotos que tienen un agradecimiento específico, como por ejemplo Wikipedia, son nuestras y las licenciamos con

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