Las posadas reales de Castilla y León ofrecen restaurantes en un magnífico entorno con precios asequibles.
A veces cuando circulamos sin un plan perfectamente establecido nos encontramos con situaciones en las que decidir dónde comer no es nada fácil. En mi caso personal, si viajo solo o con mi esposa, no hay demasiado problema. Me explico, si me piden 25 euros por un menú, resulta que 25×2 = 50 euros, una cifra que entra dentro de mis cálculos de vacaciones; pero si viajásemos toda la familia (6), 25 x 6 = 150. Todos los días a 150 euros cada comida y cada cena (más el desayuno) no lo soporta mi economía.
En Aguilar de Campoo nos tocó la hora de comer. No teníamos nada claro a dónde ir, pero sabíamos que para salir de la ciudad debíamos pasar por el Monasterio de Santa María la Real. Nos paramos a verlo y, justo al lado, vimos una Posada Real. La posada real de Aguilar de Campoo. Parece ser que la Comunidad Autónoma de Castilla y León tiene Posadas Reales. Confieso mi ignorancia: nunca había oído hablar de ellas.
El monasterio estaba cerrado. Pero vimos que al lado había un hostal/restaurante con muy buen aspecto.
Una placa de bronce nos recuerda que estamos en una de las Posadas Reales de CYL.
El menú de degustación cuesta 25€, pero es muy bueno. En cualquier caso, como yo iba con niños, preferimos decantarnos por comer cosas más sencillas, como unas tapas de croquetas, o cosas similares.
CONCUYENDO
Es la primera vez que comemos en una Posada Real de la CYL, pero, sin duda, si encontramos otra REPETIREMOS. La atención fue espléndida. El trato muy amable y profesional. En fin, que quedamos sumamente satisfechos y el precio nos pareció razonable.
Una joya del románico, del siglo XII, al norte de Palencia. Declarado Monumento Histórico Artístico en 1951.
A nueve kilómetros al suroeste de Aguilar de Campoo se encuentra el pueblo de Vallespinosa de Aguilar, y un poco al oeste del pueblo se sitúa la iglesia de Sta. Cecilia, aunque habitualmente se habla de ella como ermita.
Según nos vamos acercando a la iglesia vemos una gran robustez, lo que nos indica que, además del aspecto religioso, también tuvo un papel defensivo.
Sorprende el extraño cuerpo cilíndrico que se ve a la derecha de la puerta. Por dentro hay una escalera de caracol. Hoy la parte alta está cerrada, pero los expertos sugieren que en su origen estaba abierta, y que su función era de la de una torre de vigía. En caso de peligro tocaban la campana. En algún momento posterior, indeterminado, la torre se cerro con una cúpula.
La iglesia no es muy grande. Su estructura es bastante típica del románico: una base rectangular, con un presbiterio bastante grande y, como veremos en la próxima fotografia, un ábside semicircular.
No es una recomendación exagerada. Efectivamente, el suelo es resbaladizo.
Los capiteles del románico siempre me han maravillado y me han hecho pensar en la cosmovisión de aquellas personas. ¿Qué pensaban? ¿Cómo creían que era el mundo?
La ermita está situada en la cima de una peña. Es el punto más alto del pueblo. No es de extrañar que se usase como torre de vigía.
Lamentablemente, yo no sé mucho, pero el románico siempre me ha encantado y, a fuer de ser sincero, el románico palentino para mi gusto es el mejor, aunque ya se sabe que sobre gustos…
Si ustedes alguna vez pasan cerca de Aguilar de Campoo, no duden en escaparse a Villaespinoso de Aguilar y visitar su magnífica ermita de Santa Cecilia.
En español es habitual que, por las mañanas, al saludar a una persona se le desee buenos días o buen día. Prefiero la forma en plural, desear un solo día bueno me parece un poco escaso.
Recientemente he estado en un crucero trasatlántico que salía desde Italia. Los pasajeros éramos de muchas nacionalidades. Como es habitual, al entrar en los ascensores, intercambiábamos un saludo. Salvo algunos jóvenes que parecían estar por encima de esas «vulgaridades». Yo solía decir «buenoS díaS», pero los de las demás nacionalidades, incluyendo las de habla hispana, como Argentina o Perú, decían «buen día». Los franceses «bonjour», los ingleses «good morning», los brasileños «bom dia», los alemanes «guten morgen», los italianos «buon giorno» … Todos ellos en singular. Nos deseaban tan solo un día bueno. Y, de repente, me pareció que todos ellos eran sumamente tacaños, sin necesidad; me explico, ¿por qué desear tan solo un buen día y no desear que todos los días sean buenos?
Me pregunté por la razón de esta excepción del español. Bastó una consulta en internet para ver algunas. Una de ellas hablaba de que en la Edad Media las horas canónicas se decían en plural; por ejemplo, maitines, vísperas, laudes… y que eso arrastró a los buenoS díaS. Otros sugieren que ese plural no denota cantidad sino intensidad, poniendo como ejemplo gracias, felicidades, felices fiestas…
Pero la hipótesis que más me gusto fue la del lingüista Salvador Gutiérrez Ordóñez que defiende que procede de la frase «buenos días nos dé Dios» que se fue acortando. A veces el «nos dé» se sustituye por «os dé» Me parece la explicación más correcta porque la frase completa la he oído muchas veces cuando era un poco más joven, en Navarra, León, etc. A mí me gusta más el «nos dé». Prefiero no solo deseárselo a los demás sino a mí mismo también.
Para el próximo año intentaré una fórmula nueva: Me es muy grato desearnos a todos Felices Años Nuevos.
El 15 de mayo de 1863 nacía en Ciudad de México Frank Hornby, inventor del juego Meccano
En uno de esos múltiples vídeos que nos llegan de YouTube he visto a un niño montando un «Tyrannosaurus rex» con piezas de plástico de Meccano. Me ha recordado mis juegos infantiles con ese juguete, aunque hay algunas deferencias. Con el que yo jugaba las piezas eran metálicas y con ellas podía construir grúas, puentes, la torre Eiffel, incluso vías de tren, pero no dinosaurios. Los nuevos, con piezas de plástico, permiten construir dinosaurios, coches de carreras, … las piezas son de plástico. En ambos casos se comparte la idea de que los niños estimulen su creatividad y se atrevan a crear cosas.
En ese momento me he hecho una pregunta muy simple: ¿quién fue el inventor del Meccano? Me ha bastado una sencilla consulta a internet para encontrar que su inventor fue Frank Hornby. Ha habido una casualidad, esta columna se publicará el 15 de mayo y Hornby nació ese mismo día; eso sí, del año 1863. De padres ingleses, nació en Ciudad de México. En 1901 patentó un conjunto de piezas para la construcción de juguetes a las que dio el nombre de Meccano. Además de las muy conocidas tiras metálicas perforadas, también tenía ruedas, bastidores y varias piezas más para permitir la construcción de una amplia variedad de estructuras que animaban a los niños a ser creativos. Ese juego original fue comercializado con el eslogan: «La mecánica hecha fácil» por una tienda de juguetes de Liverpool (Reino Unido).
Complete works of Martin S. Kottmeyer Volume 1: Extraterrestrial Under Scrutiny. Translation by: Luis R. González Manso Sentosa Publishing House, Santiago de Chile, 2020(http://www.lulu.com/spotlight/lanavedeloslocos.) 376 pages. ISBN: 978-0-244-54649-6 can be purchased at: https://bit.ly/2IQgwiY
I have been away from the literature that studies the UFO phenomenon for many years. Normally the books of the supporters of the extraterrestrial hypothesis (HET) bore me, since the usual thing is that they return to talk about the classic cases and if they are new they repeat the old stereotypes. When the volume «Aliens under the magnifying glass» (Exterterrestres bajo la lupa) fell into my hands, as soon as I started reading I was not bored at all. There are no new cases. In fact, it’s about the oldest sightings, those that gave rise to the UFO myth. The first of those dissected under his magnifying glass is that of Kenneth Arnold (i), who, for most specialists, was the case that marked the birth of the era of UFOs. Let us briefly recall what happened in 1947 and that Arnold was piloting a light aircraft near Mount Rainier, a stratovolcano located southeast of Seattle in the US state of Washington. He saw nine objects moving in concert at high speed. To explain their movement (not their shape) he said they moved «like saucers skipping on water» (like saucers bouncing in water). Despite the fact that Arnold said the objects were shaped like a boomerang, the journalist he spoke to – Bill Baquette – confused the shape with the way of moving and broke the news calling them «flying saucers.» That denomination went around the world. Thus, by mistake, the name came about that has become more famous and, without a doubt, has culturally conditioned the way in which many witnesses describe what they see.
Of the Arnold case I had read many things in favor that they were extraterrestrial ships and other things about much more mundane explanations; I believed that nobody could bring me anything essentially new anymore. I was wrong. With amazing meticulousness, Kottmeyer exposes all the hypotheses, both believers and skeptics, and one by one he shows the reasons why they cannot be true. After this denial, he makes his own hypothesis. I must admit that at first it was not only shocking but implausible, but when reading his arguments, the replies and counter-replies, and the bibliographic citations to prestigious magazines with referees that he uses, I have convinced myself that he is probably right: What Arnold saw were birds in formation, probably swans or pelicans.
That thoroughness and attention to detail that he uses with the Arnold case, he does it with a few other classic UFO cases. For example, the sightings of Father Gill and 37 other witnesses, in New Guinea in 1959(ii). Kottmeyer’s explanations are really long, in the book they occupy from page 85 to 164. I advise you to read it.
Some of Kottmeyer’s explanations are surprising, although, once again, reading his arguments, it is easy to be convinced that he is right. One such case is the one that occurred in the summer of 1953 in Medford (iii), Oregon. There were three witnesses. At 10 pm they were driving home and saw three bank-colored creatures «with very soft fur, like satin», similar in shape to the Shmoos (iv) in the Lil ‘Abner comic strip. His surprising and compelling explanation is that «a deer’s butt was mistaken for an alien.»
Kottmeyer in many of his explanations takes into account a subject that I am passionate about: the malleability of memory and that perception is influenced by the culture of the time (v). I insist again that Kottmeyer uses relevant scientific quotes for each of his claims. To illustrate his thinking, I copy a few sentences from the book: ‘The point is that the cultural overlap is unequivocally present in UFO reports. We often see cases of people adding details to images of mundane phenomena: portholes on Venus, domes added to advertising planes, details clearly derived from saucer books »(page 78)…« in the waves of 19th century airships, witnesses added details derived from the balloons of the time »(page 79).
Many, many years ago, let’s say that, in 1972, when I was driving on a Madrid highway, I saw in front of me a shiny object that was moving and moving away from until it disappeared on the horizon. At the time, my explanation was the same that Kottmeyer gives to similar cases: «The sensation of movement can be explained quickly, either by autokinesis or also as an illusion caused by the movement of clouds, the changes in their density» make their luminosity varies and with it they give the sensation of remoteness.
On page 197 he makes an extremely interesting observation: “We tend to forget that HET was not always the favorite theory about flying saucers. In the 1940s and early 1950s, HET was not mentioned. ” On page 237, we can read: «in line with the prevailing suspicions among the population that the saucers were secret weapons in development by some land power …». On page 239 he makes us see that the repetitions in different sightings of certain constants does not demonstrate their reality, but are «attributable to ufological
«It is not uncommon for multiple witness UFO reports to originate from a real stimulus that would have been distorted by the emotions and expectations created around this cultural myth (vi)» (p. 337).
In the same way it is dismantling other classic cases, for example, that of «Incident in Exeter (vii)». To avoid getting too long, I’m not going to give Kottmeyer’s explanation, but I can’t resist quoting the last sentence (page 178): «And so, another classic bites the dust.»
The last case that this first volume deals with is the famous Hill (viii) couple, with which many of us came to believe that the extraterrestrial visits were real. (Yes, I said we arrived. I, mistakenly, came to believe in them). After his careful dissection of each of the details, he gives us an unexpected fact: Barney Hill talks about how the aliens had «enveloping eyes», understanding as they were elongated and oblique and extended to the sides of the face. Kottmeyer discovered that very similar eyes were present in an episode of the television series «Heading to the Unknown», specifically on the 20th of the first season, entitled «The Bellero (ix) Shield», which aired just twelve days before he mentioned them under hypnosis.
Kottmeyer, in his work, shows that he is a great connoisseur of science fiction literature. Many of the heroes he mentions are those that I read in my youth, for example, Flash Gordon. In the episode entitled «Planeta Mongo» in Spanish, a rocket ship appears that for Kottmeyer could play a certain role in what Chiles and Whitted (xi) saw (pp. 225-232). The ships and characters of Flash Gordon resemble those of certain contact cases. Kottmeyer tells us that these stories, including that of the Hill couple, are «an idea whose ideal time to appear is just then» (p. 330).
As I have already said, this is the first volume. At least six others await us, and I say this because in one of the notes it is said that it will be a specific topic in volume 6.
I am looking forward to the arrival of Volume 2 to remember the good old days and continue to enjoy the deep insights and unexpected solutions Kottmeyer provides us.
If I have any criticism to make, it’s that Kottmeyer takes the gullible too seriously. But honestly, I don’t know if it’s a Kottmeyer flaw or mine, since the credulous arguments seem so ridiculous that I don’t even question them anymore. I just laugh at them, and I’m not sure this is the correct posture. Confrontation is essential for the truth to emerge. The discussions that are read in Kottmeyer’s book have made me think of the phrase that ends my book «The Holy Shroud! What a scam! (xii)»: «A good myth never dies», and the aliens, without a doubt, are a good myth. No matter how much evidence is shown that they are mistakes, there is always a group of people who believe in them.
At first I said that the translation is by Luis R. González Manso. I would like to point out several things, the first is that the translation is magnificent. The second is that González’s work goes much further than that of a translator; in fact, if I have not misunderstood, it has been the compiler and, surprisingly, this is the first time that all of Kottmeyer’s works have been offered together. It was not in English but in Spanish, even though the author is from Illinois. And there is a third and important task: the selection of illustrations, which has often required finding the original mentioned in the text.
Thanks to the Coliseo Sentosa publishing house in Santiago de Chile for introducing us to this curious character who is Martin S. Kottmeyer, who can be followed at:https://www.facebook.com/la.wan.3538
iv) Shmoo, en Wikipedia (s. f.). Recovered on March 15 from: https://en.wikipedia.org/wiki/Shmoo
v) In fact, I wrote an unpublished book on the subject, titled «New Faces for the Old Gods, (Nuevas caras para los viejos dioses)» and I liked the subject so much that I studied criminology, though never examined myself, to learn more about the problems of testimony.
Obras completas de Martin S. Kottmeyer Volumen 1: Extraterrestres bajo la lupa. Traducción de: Luis R. González Manso Editorial Sentosa, Santiago de Chile, 2020 (http://www.lulu.com/spotlight/lanavedeloslocos.) 376 páginas. ISBN: 978-0-244-54649-6 Puede comparase en esta página: https://bit.ly/2IQgwiY
Llevo bastantes años apartado de la literatura que estudia el fenómeno ovni. Normalmente los libros de los partidarios de la hipótesis extraterrestre (HET) me aburren, pues lo habitual es que vuelvan a hablar de los casos clásicos y si son nuevos repiten los viejos estereotipos. Cuando cayó en mis manos el volumen «Extraterrestres bajo la lupa», nada más empezar a leer no me aburrió en absoluto. No hay casos nuevos. De hecho, trata de los avistamientos más antiguos, aquellos que dieron origen al mito ovni. El primero de los que disecciona bajo su lupa es el de Kenneth Arnoldi, que, para la mayoría de los especialistas, fue el caso que marcó el nacimiento de la era de los ovnis. Recordemos brevemente que ocurrió en 1947 y que Arnold, pilotaba una avioneta, cerca del monte Rainier, un estratovolcán ubicado al sureste de Seattle en el estado estadounidense de Washington. Vio nueve objetos que se movían coordinadamente a gran velocidad. Para explicar su movimiento (que no su forma) dijo que se movían «like saucers skipping on water» (como platillos rebotando en el agua). A pesar de que Arnold dijo que los objetos tenían forma de boomerang, el periodista con el que habló –Bill Baquette– , confundió la forma con el modo de moverse y dio la noticia llamándolos «platillos volantes». Esa denominación dio la vuelta al mundo. Así, por un error, surgió el nombre que se ha hecho más famoso y que, sin duda, ha condicionado culturalmente la forma con la que muchos testigos describen lo que ven.
Del caso Arnold había leído muchas cosas a favor de que eran naves extraterrestres y explicaciones mucho más mundanas; creía que ya nadie podía aportarme nada esencialmente nuevo. Me equivocaba. Kottmeyer con una meticulosidad asombrosa, va exponiendo todas las hipótesis, tanto de los creyentes como de los escépticos y una a una va mostrando las razones por las que no pueden ser verdaderas. Tras esa labor de desmentido, él plantea su propia hipótesis. He de reconocer que al principio me resultó no solo chocante sino inverosímil, pero al leer sus argumentos, las réplicas y contrarréplicas, y las citas bibliográficas a revistas de prestigio con árbitros (referees) que utiliza, me ha convencido de que probablemente lleve razón: lo que vio Arnold fueron aves en formación, probablemente cisnes o pelícanos.
Esa minuciosidad y atención al detalle que utiliza con el caso Arnold, lo hace con otros cuantos casos de ovnis clásicos. Por ejemplo, los avistamientos del padre Gill y 37 testigos más, en Nueva Guinea en 1959ii. Las explicaciones de Kottmeyer son realmente largas, en el libro ocupan desde la página 85 hasta la 164. Aconsejo que lo lean.
Algunas de las explicaciones de Kottmeyer son sorprendentes, aunque, insisto una vez más, al leer sus argumentos es fácil quedar convencido de que lleva razón. Uno de esos casos es el ocurrido en el verano de 1953 en Medfordiii, Oregón. Hubo tres testigos. A las 22 horas volvían a casa en automóvil y vieron tres criaturas de color banco «con un pelaje muy suave, como satinado», con una forma similar a la de los Shmoosiv de la tira cómica de Lil´ Abner. Su sorprendente y convincente explicación es que «el trasero de un ciervo fue confundido con un alienígena».
Kottmeyer en muchas de sus explicaciones tiene en cuenta un tema que a mí me apasiona: la maleabilidad de la memoria y que la percepción se ve influida por la cultura de la épocav. Vuelvo a insistir en que Kottmeyer para cada una de sus afirmaciones utiliza citas científicas relevantes. Para ilustrar su pensamiento, copio algunas frases del libro: «La cuestión es que la superposición cultural está presente de forma inequívoca en los informes de ovnis. A menudo vemos casos de personas que agregan detalles a imágenes de fenómenos mundanos: ojos de buey en Venus, cúpulas añadidas a avionetas publicitarias, detalles derivados claramente de libros platillistas» (página 78)… «en las oleadas de naves aéreas del siglo XIX, los testigos añadían detalles derivados de los globos de la época» (página 79).
Su
opinión sobre la mayoría de las revistas que tratan del tema ovni
coincide al cien por ciento con la mía: «… revistas sobre ovnis
tan ocupadas en potenciar los sistemas de creencias de los seguidores
de la “Nueva Era”, los abducidos, etcétera, que no dudan en
mostrarse mezquinas con aquellos hechos que no encajan en sus
dogmas».
Hace
muchos, muchos años, digamos que, en 1972, cuando conducía por una
carretera de Madrid, vi delante de mí un objeto brillante que se
movía y que se alejaba de hasta desaparecer en el horizonte. En su
día, mi explicación fue la misma que da Kottmeyer a casos
similares: «La sensación de movimiento puede explicarse
rápidamente, bien por autokinesis o también como ilusión provocada
por el movimiento de las nubes, los cambios de densidad de las
mismas» hacen que su luminosidad varíe y con ello dan la sensación
de alejamiento.
En
la página 197 nos hace una observación sumamente interesante:
«Tendemos a olvidar que la HET no siempre fue la teoría favorita
sobre los platillos volantes. En la década de 1940 y principios de
la década de 1950 la HET no se mencionaba». En la página 237,
podemos leer: «en línea con las sospechas dominantes entre la
población de que los platillos eran armas secretas en desarrollo por
alguna potencia terrestre…». En la página 239 nos hace ver que
las repeticiones en distintos avistamientos de ciertas constantes no
demuestra su realidad, sino que son «atribuibles a las ficciones
ufológicas».
«No
es raro que los informes ovni de testigos múltiples estén
originados por un estímulo real que habría sido distorsionado por
las emociones y expectativas creadas en torno a este mito culturalvi»
(p. 337).
Del
mismo modo va desmontando otros casos clásicos, por ejemplo, el de
«Incidente en Exetervii».
Para no alargarme demasiado no voy a dar la explicación de
Kottmeyer, pero sí que no me resisto a citar la última frase
(página 178): «Y así, otro clásico muerde el polvo».
El último caso del que trata este primer volumen es el famosísimo del matrimonio Hillviii, con el que muchos llegamos a creer que las visitas extraterrestres eran reales. (Sí, he dicho llegamos. Yo, equivocadamente, llegué a creerlo). Tras su disección minuciosa de cada uno de los detalles nos da un dato para mí inesperado: Barney Hill habla de que los extraterrestres tenían «ojos envolventes», entendiendo por tal que eran alargados y oblicuos y que se extendían hasta los lados de la cara. Kottmeyer descubrió que ojos muy similares estaban presentes en un episodio de la serie de televisión «Rumbo a lo desconocido», concretamente en el 20 de la primera temporada, titulado «El escudo Belleroix», que se emitió tan solo doce días antes de que él los mencionase bajo hipnosis.
Kottmeyer, en su obra, demuestra que es un gran conocedor de la literatura de ciencia ficción. Mucho de los héroes que él menciona son los que yo leía en mi juventud, por ejemplo, Flash Gordon. En el episodio titulado en español «El planeta Mongo», aparece una nave-cohetex que para Kottmeyer pudo jugar cierto papel en lo que vieron Chiles y Whittedxi (pp. 225-232). Las naves y personajes de Flash Gordon se parecen a los de ciertos casos de contactos. Kottmeyer nos dice que esos relatos, incluyendo el del matrimonio Hill, son «una idea cuyo momento ideal para aparecer es justo entonces» (p. 330).
Tal
como ya he dicho, este es el primer volumen. Como mínimo nos esperan
otros seis, y digo esto porque en una de las notas se dice que se
tratará de un tema en concreto en el volumen 6.
Espero
con impaciencia, la llegada del volumen 2 para recordar viejos
tiempos y seguir disfrutando de los profundos análisis y soluciones
inesperadas que nos proporciona Kottmeyer.
Si
he de hacer alguna crítica es la de que Kottmeyer se toma demasiado
en serio a los crédulos. Pero, sinceramente, no sé si es un defecto
de Kottmeyer o mío, pues los argumentos de los crédulos me parecen
tan ridículos que ya ni los cuestiono. Simplemente me rio de ellos,
y no estoy seguro de que esta sea la postura correcta. La
confrontación es imprescindible para que surja la verdad. Las
discusiones que se leen en el libro de Kottmeyer me han hecho pensar
en la frase con la que acaba mi libro «La Sábana Santa ¡Vaya
timo!xii»:
«Un buen mito nunca muere», y los extraterrestres, sin duda, son un
buen mito. Por muchas pruebas que se muestren de que son errores
siempre hay un grupo de personas que cree en ellos.
Al
principio he dicho que la traducción es de Luis R. González Manso.
Quisiera señalar varias cosas, la primera es que la traducción es
magnífica. La segunda es que la labor de González va mucho más
lejos que la de traductor; de hecho, si no he entendido mal, ha sido
el compilador y, sorprendentemente, esta es la primera vez que se
ofrecen todas las obras de Kottmeyer juntas. No ha sido en inglés
sino en castellano, a pesar de que el autor es de Illinois. Y hay una
tercera e importante labor: la selección de las ilustraciones, que
muchas veces ha exigido encontrar el original mencionado en el texto.
Gracias
a la editorial Coliseo Sentosa de Santiago de Chile por darnos a
conocer a este curioso personaje que es Martin S. Kottmeyer, al que
pueden seguir en: https://www.facebook.com/la.wan.3538
ivShmoo,
en Wikipedia (s. f.). Recuperado el 15 de marzo de 2020 de:
https://en.wikipedia.org/wiki/Shmoo
vDe
hecho, escribí un libro, no publicado, sobre el tema, que titulé
«Nuevas caras para los viejos dioses», y el asunto me gustó tanto
que estudié criminología, aunque nunca me examiné, para aprender
más sobre los problemas del testimonio.
Ich kann die deutsche Sprache nicht. Was als nächstes kommt, ist eine maschinelle Übersetzung von Google Übersetzer. Ich weiß, dass es viele Fehler geben wird, aber ich habe überlegt, dass es besser ist, wenn es Fehler gibt, nichts zu haben.
Das berühmte Kloster von Yuste befindet sich in Cuacos de Yuste, in dem Carlos I. von Spanien und V. des Heiligen Römischen Reiches seine letzten Tage verbracht haben. Ganz in der Nähe des Klosters befindet sich ein deutscher Soldatenfriedhof mit Soldaten dieser Nationalität, die im Ersten und Zweiten Weltkrieg in Spanien gestorben sind.
In Spanien wurden deutsche Soldaten in den beiden Weltkriegen an verschiedenen Orten getötet, darunter die 38 Besatzungsmitglieder des U- Bootes U-77 , das bei Calpe zerstört wurde , nachdem es von zwei englischen Kämpfern bombardiert worden war.
Die deutsche Regierung beschloss, alle in Spanien verstreuten Gräber an einem Ort zu sammeln, und dies war der gewählte Ort. Die Arbeiten des Friedhofs begannen 1980 und im selben Jahr begannen sie mit der Übergabe der Leichen, obwohl die Arbeiten erst 1983 abgeschlossen wurden. (Weitere Daten in: Friedhof Yuste (Wikipedia) ). Auf diesem Friedhof befinden sich 26 aus dem Ersten Weltkrieg, die restlichen -154 stammen aus dem Zweiten Weltkrieg.
Am Eingang des Friedhofs sehen wir eine einfache dunkelgraue Granitplatte.
Es erinnert mich an den deutschen Friedhof in der Normandie. Seine Struktur ist sehr ähnlich, obwohl dies kleiner und bis zu einem gewissen Grad einladender ist.
Am Eingang befindet sich eine Gedenktafel, die erklärt, wer die Soldaten dort begraben hat. Alle Gräber haben ein einfaches dunkles Granitkreuz, das den Namen, die Kategorie und die Daten des Soldaten sowie Geburt und Tod enthält. Es gibt auch acht Grabsteine, die acht Soldaten gewidmet sind, deren Namen unbekannt sind.
Der Friedhof ist von Olivenbäumen umgeben und mehrere Gräber sind von solchen Bäumen flankiert.
Gebrochene Kreuze haben mir Unbehagen bereitet. Diese Kreuze waren Soldaten mit Vor- und Nachnamen, aber mit Zeit (und Vandalismus?) Gewidmet. Hat sie wieder anonymisiert. Ich nehme an, die Namen dieser Personen stehen in den Aufzeichnungen des Friedhofs, aber für den gelegentlichen Besucher sind es, wie ich bin, Kreuze, die anonym geworden sind.
Wenn Sie zum Kloster von Yuste klettern, führt die Straße neben diesem Friedhof vorbei. Ein Stopp ist es wert.
Die Frage, die wir uns stellen können, ist, warum Cuacos de Yuste als Standort des deutschen Friedhofs in Spanien ausgewählt wurde. Der Grund ist ganz einfach. Der Friedhof ist 65 m vom Kloster Yuste entfernt, wo Carlos I. von Spanien seine letzten Tage beendete, die, wir dürfen nicht vergessen, das V. von Deutschland waren. (Weitere Informationen hier ). Obwohl es vielen Menschen schwerfällt, es zu glauben, sind die Geschichten von Spanien und Deutschland (und damit von ganz Europa) eng miteinander vermischt (obwohl Boris Johnson es nicht mag).
Notiere Fotos und Text . Mit Ausnahme der Fotos, die einen besonderen Dank haben, wie zum Beispiel Wikipedia, gehören sie uns und wir lizenzieren sie mit
Kontaktieren Sie uns; Der Grund dafür, dass es sich nicht um ein klares Bild handelt, besteht darin, dass Roboter es nicht entdecken und den Müllbehälter nicht überfluten können.
En Cuacos de Yuste está ubicado el famoso monasterio de Yuste, en el que pasó sus últimos días Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Muy cerca del monasterio hay un cementerio militar alemán con soldados de aquella nacionalidad que fallecieron en España en las primera y segunda guerras mundiales.
En España había soldados alemanes muertos en las dos guerras mundiales en diversos lugares, destacando entre ellos, por el número de fallecidos, los 38 tripulantes del submarino U-77 que naufragó cerca de Calpe, tras ser bombardeados por dos cazas ingleses.
El gobierno alemán decidió reunir todas las tumbas dispersas por España en un solo lugar y este fue el lugar elegido. Las obras del cementerio comenzaron en 1980 y ese mismo año comenzaron el traslado de los cuerpos, aunque las obras no se concluyeron hasta 1983. (Más datos en: Cementerio de Yuste (Wikipedia)). En este cementerio hay 26 de la primera guerra mundial, el resto –154 son de la segunda guerra–.
En la entrada del cementerio podemos ver una sencilla placa de granito gris oscuro.
Me recuerda al cementerio alemán de Normandia. Su estructura es muy similar, aunque este es más pequeño y hasta cierto punto más acogedor.
A la entrada hay una placa que explica quienes son los militares allí enterrados. Todas las sepulturas tienen una sencilla cruz de granito oscuro en el que figura el nombre del soldado, su categoría y fechas e nacimiento y fallecimiento. También hay ocho lápidas dedicadas a ocho soldados cuyos nombres no se conocen.
El cementerio está rodeado de olivos y varias sepulturas están flanqueadas por dichos árboles.
Las cruces rotas me han producido un cierto desasosiego. Aquellas cruces estaban dedicadas a soldados con nombre y apellidos pero el tiempo (¿y el vandalismo?) los ha vuelto a convertir en anónimos. Supongo que en los registros del cementerio estarán los nombres de esas personas, pero para el visitante casual, como soy yo, son cruces que se han vuelto anónimas.
Al subir al monasterio de Yuste, la carretera pasa al lado de este cementerio. Una parada merece la pena.
La pregunta que nos podemos hacer es ¿por qué se eligió a Cuacos de Yuste como ubicación del cementerio alemán en España? La razón es bastante sencilla. El cementerio está a 65o m del monasterio de Yuste, donde terminó sus últimos días Carlos I de España que, no olvidemos, fue el V de Alemania. (Más información aquí). Aunque a muchos les cueste trabajo creerlo, las historias de España y Alemania (y por ende de toda Europa) están íntimamente entremezcladas (aunque no le guste a Boris Johnson).
Nota fotos y texto. Salvo las fotos que tienen un agradecimiento específico, como por ejemplo Wikipedia, son nuestras y las licenciamos con
Unas espléndidas cuevas vivas, es decir, con humedad, lo que las da una gran belleza.
Durante muchos años, de hecho más de cuarenta, he vivido en Guipúzcoa. Como madrileño de origen, en Guipúzcoa he tenido que oír frases que demuestran el gran desconocimiento que tienen los ajenos de Madrid a la realidad de esa magnífica provincia que tiene de todo. No solo los grandes topicazos: teatros y museos. Madrid tiene grandes teatros y grandes museos; pero también tiene preciosos paisajes de montaña, pongamos por ejemplo, las pistas de esquí de Navacerrada o la sierra del Guadarrama. Yo he pasado momentos muy felices en los puertos de «La Morcuera» o de Navafría. También tiene excelentes vinos, como los blancos de Valdemoro; o magníficos melones como los de Villaconejos.
¿Conocen la razón por la que se dice «entre Pinto y Valdemoro? Otro día se lo contaré.
Los madrileños tenemos cierta tendencia a considerar todo lo que está cerca de Madrid a considerarlo madrileño. Eso nos pasa con las cuevas del águila. Están en la localidad de Arenas de San Pedro, pero están tan cerca de Madrid, que los madrileños solemos pensar que son cuevas madrileñas. No lo son. Son de Ávila.
Hace unos cincuenta años que me examiné y saqué mi carnet de espeleólogo. La verdad es que me gustaba entrar en las cuevas y aprender algo de geología, pero sobre todo me gustaba la chica que me invitó a hacerme de su club de espeleología. ¡Cosas de la juventud!
Tras visitar muchas cuevas descubrí, o me dijeron (¡vaya usted a saber!), que la cuevas más bellas eran las que «estaban vivas»; es decir, aquella en las que todavía circula el agua y dan a las estalagmitas y estalactitas. Mi experiencia viajando por el mundo es que NO SON FRECUENTES. Lo que más he visto han sido cuevas secas… cuevas muertas, sin vida. Las he puesto en este blog, pero no es lo que yo considero magnífico.
Magnífica es esa cueva con un lago interior en la que me saqué una foto con mis viejos amigos Ramiro y Pedro. Sacamos unas fotos con nuestra imagen reflejada en el lago. Espléndida. Pedro tuvo la santa paciencia de meter dentro de la cueva, arrastrándose y arrastrando los aparatos, equipos de música de alta fidelidad. Y puso la Tocata y Fuga de Juan Sebastian Bach. Por favor, imaginense: en el interior de una cueva, al lado de un lago dentro de la cueva y un equipo de alta fidelidad, alimentado por baterías, lo que en aquel momento no era habitual, ni sencillo, Y en la cueva resonaba, con alta reverberación, Bach. La alta reverberación normalmente es mala (todavía recuerdo mi asignatura de «Acústica»), produce distorsiones acústicas, pero Bach hizo su tocata para grandes iglesias góticas en las que la reverberación es similar a la de nuestra cueva.
Espléndido. ¡Gracias Pedro!
Me estoy enrollando como las serpientes, ¡vayamos a lo nuestro!
Las cuevas del águila, en Arenas de San Pedro, están en Ávila; pero muy cerca de Madrid. Y es una cueva viva, con humedad, lo que hace que su visita sea de una gran belleza. Lo único que me queda por hacer es mostrar algunas fotos de la misma.
En los primeros metros de la entrada de esta cueva, como en la mayoría de las cuevas, todavía se puede ver vida vegetal. Normalmente algas.
En el resto de la visita lo que vemos son espléndidas estalagmitas y estalactitas y grandes cavidades bellísimas. Húmedas. ¡Vivas!
Aparecen estalactitas en los techos, pero todavía parecen secas. Tal vez porque estamos en pleno verano. ¿En invierno se humedecerán?
Nos acercamos a la salida. vuelven a verse verdes de algas. Estamos cerca de la salida.
Si a lo largo de la visita les han entrado ganas de hacer alguna necesidad fisiológica, a la salida hay unos servicios.
Nota fotos y texto. Salvo las fotos que tienen un agradecimiento específico, como por ejemplo Wikipedia, son nuestras y las licenciamos con
En esta ocasión salgo del hotel y paseo sin rumbo fijo por Burgos…
Monumento a las fuerzas armadas
Al comenzar el paseo me encuentro con una plaza con un monumento que me recuerda a los arcos hechos con colmillos de elefante. Pero, no, no son colmillos de elefante, ni son dos, son tres «colmillos».
Se trata de un monumento a las fuerzas armadas, realizado por el escultor Juan de Ábalos, que está ubicado en la Avenida de la Paz.
De este monumento incluso se hizo un sello en 1983.
Iglesia de San Lesmes
La iluminación de la iglesia de San Lesmes realza su estampa. Se trata de una iglesia gótica del siglo XIV, aunque su austera fachada pudiera hacernos pensar que es anterior. En esta iglesia están enterrados los restos de San Lesmes Abad.
Gigantillos
El nombre es curioso. Gigante significa grande, pero la terminación illos me hace pensar en algo pequeño; así que se trata de algo así como gigantes pequeños. Me recuerda aquel gag (¿de Les Luthier?) donde decían que el circo tenía los enanos más altos del mundo.
En las fiestas de Burgos desde 1899 aparecían unas figuras de gigantes en cartón piedra. Los típicos gigantes y cabezudos de muchas partes de España. Estos de Burgos medían 2,40 m de alto y pesaban 60 k. En 1973 se quemaron, pero el ayuntamiento los reconstruyó.
Al lado de la iglesia de San Lesmes está el monasterio de San Juan, que se fundó en 1901.
Los dulzaineros
En la calle de San Lesmes nos encontramos con una escultura que representa a un dulzainero y un tamborilero. Es una obra del escultor que hemos mencionado para los «gigantillos»: Teodoro Antonio Ruiz Ruiz.
Peligro, zona de forjados
No sabía que los forjados representaban ningún problema, pero debe serlo a juzgar por esta curiosa señal que está al lado del hotel.
Sinceramente, no sé qué significa. Es evidente que por ahí no se puede pasar con el coche… ¿Es eso lo que quiere decir? ¿El forjado del suelo no resistiría el peso de un coche?
Restaurante Maridaje
Paseando por las calles vimos un restaurante con muy buena pinta y con un menú que parecía muy interesante. Se llamaba Maridaje. El menú ofrecía un menú del día por 12,50 € y otro e 16 € con platos que parecían muy interesantes. Por desgracia no pudimos probarlo, pues hay que pedir reserva con semanas de anticipación.
Nos hubiera gustado probarlo, pero no fue posible. En otra ocasión lo intentaremos.
Restaurante Salamanca, al lado de la estación de autobuses
En vista de que probar el Maridaje’s era imposible decidimos ir a los conocido. Un restaurante al que solemos ir muchas veces cuando llegamos a Burgos en autobús. Se llama Salamanca. Es un restaurante sencillo, pero que a nosotros nos gusta lo que ponen. Para nuestro gusto le sobra la televisión, pero, por suerte, las dos ultimas veces que hemos estado la tenían apagada.
La cafetería Salamanca está en la calle Miranda 7. Si vamos al principio de la calle, llegamos a la plaza Vega y desde allí se ve la catedral, aunque los grafitis han logrado que la imagen sea bastante fea.
Y aquí acabó nuestro paseo. Nos fuimos en tren. Lamentablemente, la nueva estación de tren está muy, muy lejos de aquí.
Nota fotos y texto. Salvo las fotos que tienen un agradecimiento específico, como por ejemplo Wikipedia, son nuestras y las licenciamos con