Lunes 15 de agosto de 2014
Cogemos el avión casi a las 12 de la noche del día 15 de agosto. Vamos en un vuelo directo desde Madrid a Tashken –la capital de Uzbekistán–. Ya hablaremos de ello, pero quizá la existencia de este vuelo directo sea la responsable de que el 80% del turismo con el que nos encontramos en aquel país era español.
Nos montamos en un Boeing 767 con una distancia entre asientos razonable. No para echar cohetes pero al menos es razonable. No como las de «Vueling», línea aérea en la que no pienso volver a volar.
El viaje duró aproximadamente siete horas. En las pantallas del avión íbamos viendo el mapa y nos dimos cuenta de que eludimos Ukrania por los problemas políticos en estos momentos. Además, se ve claramente que el mar Caspio y el de Aral son los restos del antiguo mar de Tetis. Es curioso lo bien que se ve desde el aire.
Llegamos a Tashken a la hora de desayunar, fuimos a un hotel cuyo nombre ahora no recuerdo y allí desayunamos y pudimos lavarnos los dientes.
Tashken es la actual capital de Uzbekistan. Tashken y Sarmacanda se han beneficiado de la ruta de la seda. Samarcanda al sur del valle de Fergana, Tashken al norte. Tashken viene del turco que significa «ciudad de piedra». En uzbeko se pronuncia Tosken. Me da la sensación de que muchas palabras que en turco se pronuncian con a o u en uzbeko se hace con o.
ADUANA
En internet –sí, lo pongo con minúsculas a propósito– habíamos leído que la aduana de Uzbekisán era terrorífica, que mucho cuidado con las medicinas, que de cada medicina había que aportar la receta…
Probablemente tuvimos suerte, pero no nos pidieron rectas, ni nos miraron la maleta, ni nada de nada. Una aduana muy normal. Quizá lo más extraño es que teníamos que rellenar un papel de llegada y se habían acabado los que estaban en inglés y lo tuvimos que rellenar en ruso. Como había una muestra en inglés, tampoco fue tan difícil.
Salimos del aeropuerto:
Montamos en una furgoneta que nos estaba esperando y nos fuimos a un hotel para desayunar. Recorrimos parte de la ciudad y nuestra sensación fue la de que estábamos en una ciudad moderna, con las ventajas e inconvenientes que ello representa.
También pasamos muy deprisa por el circo –en uzbeko sirk–, un edificio herencia de la época soviética.
DESAYUNO
Llegamos al hotel donde íbamos a desayunar, aunque nos dejaron una habitación para poder lavarnos y ducharnos si queríamos.
PASEO POR TASHKENT
Y tras el desayuno partimos a una excursión a pié por los principales sitios de atracción de Tashkent.
Caminando por la ciudad llegamos al gran centro religioso de Tashkent donde hay una mezquita, una madrasa, biblioteca, etc.
Nuestro guía nos contó que en los días de fiestas importantes aquí llegan a congregarse 100.000 personas. Muchas nos parecen, pero esa fue la información.
La madrasa del siglo XVII. Ya saben que las madrasas eran los centros de educación. Normalmente se considera que la primera universidad de la historia es la Escuela de medicina de Salerno (http://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_M%C3%A9dica_Salernitana). No obstante las escuelas –madrasas– islámicas son anteriores. Pero no se consideran universidad porque solo enseñaban el Corán y no otras cosas. Ya veremos que a lo largo de nuestro viaje por Uzbekistán hemos descubierto que las cosas han cambiado bastante, hoy una de las enseñanzas más habituales en ls madrasas de Uzbekistán es la Informática.
Mausoleo de Kafal-Sashi
En el mismo complejo se encuentra el mausoleo de Kafal-Sashi del siglo XVI:
COMPLEJO RELIGIOSO DE TASHKENT
Visto desde lejos, el complejo es espectacular.
MEZQUITA DEL VIERNES
Ya saben ustedes que en la religión islámica hay que rezar cinco veces al día. Se trata de un rezo privado, particular. Salvo el viernes que es un rezo colectivo.
En el complejo religioso de Tashkent está la «mezquita del viernes» de la que ponemos unas cuantas imágenes.
CALLES DE TASHKENT
Salimos del complejo religioso y vamos en furgoneta por las calles de Tashkent.
Nos vamos a comer aquí:
El agua estaba incluido en el «menú del día» pero la cerveza no. Tuvimos que pagar 7.000 som por ella, aproximadamente 2 €.
Terminamos, pagamos y al salir fotografiamos una bandera uzbeka:
Aquí acabamos nuestra visita a Tashkent, de momento, y emprendemos viaje a Samarcanda:
289 kilómetros no parecen mucho, pero en la actual carretera son muchas horas de viaje.
Ya, montados en la furgoneta, decimos adiós, por el momento, a Tashkent. Tenemos que volver para coger el avión de vuelta a Madrid.
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