Miércoles 16 de julio de 2014
Procedentes de toda la Europa ocupada por los nazis llegaban a esta estación de Auschwitz II (Birkennau) trenes de ganado ocupados por judíos, gitanos, homosexuales, personas con discapacidad psicológica, eslavos, y otros enemigos del tercer Reich. Pero para el Reich valían mucho menos que el ganado; de estos se extrae carne o leche, de los humanos casi no saca nada. Unas maletas viejas y lo que pudieran llevar en ellas, unos dientes de oro, unas monturas de gafas… Peor que ganado.
En los vagones para el ganado viajaban personas hacinadas y engañadas; les había dicho que en el destino les esperaba una vida mejor que la que estaban viviendo en sus lugares de origen. Por ejemplo, en el gueto de Cracovia del que ya hemos hablado, o el gueto de Varsovia, del que hablaremos, y que se ve muy bien en la película «El Pianista» de Roman Polanski –que vivió en el gueto de Cracovia.
En estos vagones viajaban hacinados cien pasajeros que solo tenían un cubo de agua para beber durante viajes que podían durar dos o tres días y para hacer las necesidades otro cubo.
Los nazis les ofrecían nuevas viviendas y trabajo. Si tienen ocasión vean los cuatro primeros minutos de esta película en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=QNgNk592OZY En ella se ve perfectamente lo que les ofrecen.
Al llegar, bajaban del tren. Un médico de las SS decidía su futuro en unos segundos. Joven y fuerte significaba ser enviado a los campos de trabajo. Niño, débil o enfermo significaba… Antes de decir lo que significaba contemos su historia. A estos últimos les pedían que dejasen sus cosas, sus maletas, y que fueran a ducharse y desinfectarse a unos pabellones preparados para ello. Les obligaban a desnudarse y entraban en «las duchas». Allí eran exterminados con gas Ziklon B, después de sus cuerpos se arrancaba todo lo que pudiera tener algo de valor: dientes de oro, gafas, anillos… y eran llevados a un incinerador.
Y esos eran los que tenían suerte.
Los que no tenían suerte se veían obligados a trabajar para algunas fábricas que usaban la mano de obra esclava de Birkennau manteniéndolos vivos en unos condiciones infrahumanas. Sin alimentación suficiente, aproximadamente la mitad de las calorías mínimas necesarias, durmiendo en camastros llenos de insectos, trabajando más de diez horas al día, compartiendo letrinas que tan solo podían usar unas decenas de segundos, con poca agua,… a los pocos meses casi todos fallecían, o por su debilidad eran enviados a «las duchas». Morían como los anteriores, pero habiendo sufrido unos meses infernales. Eran los que tuvieron mala suerte.
En algunos de los pabellones en lo que hoy es un museo pueden verse las fotos de alguns de las personas que vivieron allí:
Había retretes pero eran muy pocos, de modo que a cada uno le tocaba unos segundos.
Se lavaban en estos lavabos colectivos:
Los prisioneros que colaboraban con las SS tenían un trato mucho mejor:
Normalmente los españoles nos sentimos muy ajenos a todo esto pues no vivimos ni la Primera ni la Segunda Guerra Mundial, pero quizá no esté de más recordar que aquí, en Auschwitz, estuvieron encerrados diez mil españoles. Y tal vez tampoco esté de más recordar que Franco se levantó contra los «judíos y los masones». El «contubernio judeomasónico».
En Auschwitz II (Birkennau) la forma en la que vivían los trabajadores-prisioneros no era mucho mejor.
Las vallas que protegen a Birkennau para que ningún prisionero se escape
No obstante se estima que 140 prisioneros lograron escapar de Auschwitz.
Vamos a volver a Auschwitz I, pero como este post se me está haciendo muy largo, continuaré en uno nuevo.
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